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El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 335

Después de la revisión, el médico indicó que el estado de Julián era bueno y que, si no había complicaciones, despertaría ese mismo día, aunque necesitaría permanecer en el hospital unos días más en observación.

Ariana anotó diligentemente todas las precauciones que el médico mencionó, sin atreverse a pasar por alto el más mínimo detalle.

Una vez que el médico tratante se fue, Andrés, mirando el perfil ligeramente cansado de Ariana, le preguntó con preocupación:

—¿No dormiste en toda la noche?

—No —respondió Ariana en voz baja, mientras con delicadeza le acomodaba la manta a su padre y ajustaba la longitud del tubo de la vía intravenosa—. No puedo dormir mientras papá no despierte.

—Te traje el desayuno —dijo Andrés—. Come algo y luego échate una siesta. Le pediré a un colega que vigile a tu papá, no te preocupes.

Ariana, algo sorprendida, se dio cuenta entonces de que Andrés llevaba una bolsa con comida.

Andrés dejó la bolsa sobre la mesita de la zona de descanso. Dentro había un caldo de pollo y unas empanadas calientitas.

—¿Y tú ya desayunaste, doctor Rocha? —preguntó Ariana, acercándose.

—Pensaba comer al llegar a casa —respondió Andrés con una sonrisa amable.

—¿Por qué no comes algo conmigo? —le preguntó Ariana, cortésmente.

Se sentía un poco mal de que Andrés le hubiera traído el desayuno y él aún no hubiera comido.

Sin embargo, justo en el momento en que Ariana invitaba a Andrés a desayunar, Esteban lo vio todo.

Acababa de llegar, y también traía el desayuno. Lo había mandado a preparar en el hotel de lujo donde se hospedó la noche anterior: una selección de platillos tradicionales y repostería fina, todo cuidadosamente escogido por él.

Dos grandes contenedores llenos hasta el tope.

Ariana estaba de espaldas a la puerta, por lo que no se dio cuenta de su llegada.

Fue al notar que la mirada de Andrés se fijaba en algo detrás de ella que se giró por curiosidad y lo descubrió.

Esteban había dicho que volvería, pero no esperaba que fuera tan temprano.

«¿Será que no pudo dormir por miedo a que yo descubriera algo?», pensó Ariana con una sonrisa gélida, y su mirada hacia él se volvió aún más fría.

Esteban sintió la frialdad en los ojos de Ariana, y su corazón se encogió un poco, pero aun así, se armó de valor y se acercó.

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