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El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 357

Al atardecer, Gabriel regresó a su casa desde la comisaría, completamente destrozado y aturdido.

La única pariente que le quedaba en el mundo, la hermana que tanto le había costado encontrar, había sido asesinada.

Y para colmo, por un paciente con problemas mentales. Si ese paciente lograba demostrar que estaba en medio de un brote psicótico al momento del crimen, podría incluso librarse de la responsabilidad penal.

Gabriel no podía aceptar un resultado así.

Sin embargo, lo que le resultaba aún más inaceptable era que, antes de morir, su hermana había sido denunciada por Ariana y había pasado un día y dos noches encerrada en un centro de detención.

¡Otra vez esa mujer, Ariana!

Los ojos de Gabriel, antes nublados por el dolor, se inyectaron de sangre al instante.

«¡Seguro que fue esa mujer quien, para vengarse de Marisol, le tendió una trampa y luego, llena de resentimiento, contrató a alguien para que la matara!».

Pero la razón por la que Marisol se había obsesionado y había hecho lo que hizo, ¿no había sido también porque esa mujer, Ariana, la había empujado al límite?

¡Todo por haber lastimado a la luz que iluminaba el corazón de Marisol!

De niña, Marisol había vivido experiencias terriblemente traumáticas que la habían dejado con profundas heridas físicas y mentales; su estado anímico siempre había sido algo inestable. Si no hubiera sido por la oportuna aparición de Lucrecia, quien la rescató del abismo, Marisol se habría suicidado mucho antes, sin siquiera llegar a reencontrarse con él.

Solo pensar en Lucrecia inquietaba a Gabriel.

No sabía si lo que había hecho Marisol podría afectarla.

Gabriel se devanaba los sesos, pensando en cómo vengar a su hermana sin involucrar a Lucrecia.

Tanto él como su hermana consideraban a Lucrecia la única luz en sus vidas, el ángel más puro y sagrado de su corazón.

Jamás permitiría que una mujer tan hermosa y buena como Lucrecia sufriera el más mínimo daño o se viera salpicada por todo esto.

Para no involucrarla, Gabriel ni siquiera planeaba informarle de la muerte de Marisol.

Temía que, al enterarse, esa mujer tan bondadosa no pudiera evitar intervenir, y si lo hacía, sin duda se convertiría en el blanco de esa mujer malvada y retorcida que era Ariana.

De repente, Gabriel se arrepintió de no haberle contado a Marisol que Esteban y Ariana ya se habían divorciado.

En su momento, solo le había confiado ese secreto a Lucrecia, con la intención de alegrarla, pues sabía que ella amaba profundamente a Esteban.

Mientras Gabriel se hundía en la tristeza y el arrepentimiento, su celular sonó.

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