En medio del bullicio de la ciudad, existía un estudio de imagen tan exclusivo que ese día solo recibiría a una clienta: Nerea, la súper VIP.
Nerea se contemplaba en el espejo, girando de un lado a otro, analizando cada detalle de su reflejo, mientras una sonrisa traviesa se dibujaba en sus labios. Parecía más que satisfecha.
—Vamos, te llevo a conocer a Lu —dijo, girando sobre sus tacones y, de manera cariñosa, tomó del brazo a Fabián.
Su plan era visitar a Lucrecia primero y salir juntas rumbo a la alfombra roja, donde se celebraría el estreno de la nueva película. De paso, quería preguntarle si ya sabía quién sería el protagonista masculino del filme.
Cuando Fabián escuchó que Nerea lo llevaría a conocer a la famosa Lucrecia, la actriz internacional, casi pierde la compostura de la emoción. Se obligó a tragar su euforia y fingió tranquilidad.
—Claro, siempre escucho cómo hablas de la señorita Montiel. Me encantaría agradecerle en persona por todo lo que ha hecho por ti.
—¡Ay, mi novio lindo sí sabe portarse! —Nerea se puso de puntitas y le dio un beso rápido en la mejilla—. Ya verás, cuando la conozcas entenderás que no exagero nada. Lu es increíble, tiene un carisma que nadie le discute. Es la diosa nacional, te lo juro.
Poco después, ambos salieron del estudio y subieron al carro. Nerea le indicó al chofer que los llevara directo a la villa de la familia Montiel.
Al llegar, la entrada ya estaba rodeada por casi mil fans sosteniendo celulares y carteles, además de varios reporteros equipados con cámaras de todos los tamaños. Dondequiera que se mirara, se veía una multitud apretujada y llena de vida, una muestra clara de la popularidad y el arrastre de Lucrecia.
El carro de Nerea tuvo que abrirse paso con dificultad entre la gente y tardó varios minutos en llegar hasta el portón principal. Por suerte, el guardia reconoció el carro de inmediato y les abrió el paso.
Los reporteros y fans miraban con curiosidad y lanzaban todo tipo de suposiciones acerca de quién iba en ese lujoso carro que acababa de entrar.
—Si ya entró directo a la casa, debe ser alguien de mucha confianza, ¿no crees? —comentó una fan emocionada con su amiga.
—Claro, además ese carro cuesta millones de pesos. Seguro es alguien importante —agregó otra, con un dejo de envidia.
Mientras tanto, los reporteros no paraban de tomar fotos, buscando la exclusiva del día.
La rueda de prensa comenzaría a las diez de la mañana, pero apenas pasaban de las ocho; aún quedaba tiempo.
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