El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 8

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Ariana caminaba al frente, y al pasar junto a Gonzalo y Gabriel, ni siquiera volteó a verlos. Siguió de largo, tan decidida que hasta el viento pareció seguirla.

Gabriel arrugó la frente, sin poder evitar que su mirada persiguiera esa figura ligera y segura.

¿Estaría imaginando cosas? ¿O era cierto que esa mujer ahora se veía más animada? Ni una sombra de tristeza en su expresión, al contrario, hasta parecía más viva.

¿Acaso algo salió mal en el trámite? ¿No se había concretado el divorcio?

Pero él mismo había preparado todos los documentos. No había forma de que algo fallara.

Mientras Gabriel seguía dándole vueltas al asunto, Esteban salió del edificio.

En cuanto lo vio, Gabriel no pudo evitar que su mirada se posara en el libro rojo con letras doradas que Esteban traía en la mano, en el que se leía claramente: “Certificado de divorcio”.

Así que sí se había concretado. Entonces...

De pronto, todo le quedó claro.

Seguro que esa mujer, Ariana, estaba fingiendo por orgullo. No quería que la vieran derrotada, así que optaba por actuar con ese aire de seguridad.

Pero por más que se hiciera la fuerte, ya no era señora Ferreira. Ahora no era más que una novelista que escribía historias románticas para adolescentes en internet, tratando de ganar unos cuantos pesos. En el fondo, no era nada.

Gonzalo, al notar que Esteban ya estaba afuera, se apresuró a acercarse y le preguntó con respeto:

—Presidente Ferreira, ¿regresamos a la empresa ahora?

Esteban bajó la mirada al certificado de divorcio en su mano. Sus cejas, siempre tan tensas, por una vez parecieron relajarse un poco.

—¿La reunión de la mañana empieza a las diez?

—Así es, pero ya le pedí a director Gómez que la encabece, como usted indicó —respondió Gonzalo.

Esteban asintió y, sin decir nada más, se dirigió a la salida.

Gonzalo lo siguió de inmediato.

Gabriel, ya sin nada que hacer ahí, vio cómo Esteban se subía al carro y luego se dirigió al suyo, listo para regresar al bufete. Pero antes, desde el asiento del conductor, marcó un número y realizó una llamada internacional de forma discreta.