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El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 97

Ariana negó con la cabeza y respondió:

—No, le prometí a mi papá que este fin de semana regresaría a casa.

Recordaba muy bien que Álvaro no había vuelto desde el primer día que entró a la base, así que añadió:

—Tú también deberías ir a tu casa este fin de semana. Aprovecha y pregúntale a tu hermano si sabe algo de esos extranjeros.

—Ah, y otra cosa. El diseño del Ultraman de cerámica ya lo terminé, así que saca un rato para hacer ese encargo. Es el regalo para tu sobrino, no lo dejes pasar.

Álvaro se quedó sin palabras. Él había intentado convencer a Ariana de que aguantara otro mes de trabajo duro, pero al final fue ella quien lo animó a tomarse un descanso.

La verdad, ya tenía tiempo que no iba a casa y extrañaba la comida de su mamá.

—¿Y si mejor mañana vienes tú a mi casa y le preguntas directamente a mi hermano? —soltó Álvaro, rascándose la nariz.

La verdad, lo que quería era que Ariana probara lo que cocinaba su mamá.

Ariana, sin embargo, no podía aceptar, así que respondió con suavidad:

—Este fin de semana, además de pasar tiempo con mi papá, tengo otros pendientes. Si no, créeme que me quedaba a echarte la mano hasta el final.

La última frase pareció animar a Álvaro, que no pudo evitar esbozar una sonrisa.

—Bueno, está bien, yo le pregunto por ti.

—La próxima vez te traigo más uvas —añadió Ariana, siguiendo el juego. Álvaro se lo tomó con muy buen humor.

...

A las siete de la noche, Ariana llegó a su casa en Residencial Senda Nueva. Lo primero que hizo fue encender el celular y revisar los mensajes y correos que se habían acumulado durante el mes. Luego, llamó a Julián para avisarle que estaba bien y de paso decirle que mañana al mediodía iría a comer con él.

Ariana no tenía idea de que, desde que dejó de ir a casa durante una semana, Esteban había ordenado que alguien vigilara todas las noches si en su departamento había luz.

Esteban había esperado un mes entero, hasta que por fin recibió la noticia de que ella había encendido las luces de su casa.

Por supuesto, Esteban sabía que Ariana lo estaba evitando. Pero, ¿de qué servía huir? No podía esconderse de él para siempre.

Ese talento para manejar drones en miniatura era justo lo que necesitaba para el proyecto Flash Aeronave. Tenía que convencerla de unirse.

¡Qué tipo tan terco!

Ariana respiró profundo, se hizo a la idea y, a regañadientes, fue a abrir la puerta.

Tal como lo esperaba, era Esteban.

Vestía un abrigo largo y oscuro que le daba un aire elegante. Alto, postura firme, ese tipo de presencia que no pasa desapercibida.

En la mano llevaba una bolsa de regalo, aunque a Ariana ni le interesó saber qué traía dentro.

—¿A qué vienes? —preguntó Ariana, con cara seria y sin intención de dejarlo pasar.

Esteban, como si no notara el fastidio en los ojos de Ariana, dibujó una ligera sonrisa.

—¿No vas a invitarme a pasar?

La miró directo a la cara, sin apartar la vista de su cabello aún húmedo.

El aroma fresco del baño apenas ocultaba ese perfume suave que siempre la acompañaba.

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