El despertar del Dragón romance Capítulo 125

Cuando Javier vio la mirada traviesa de Jaime, sintió un escalofrío. Se controló y contestó con rapidez:

—¿De qué estás hablando? Lo único que importa es que regresaste.

—Jaime, volviste en un mal momento, ya terminamos por hoy. Si todavía quieres comer, hay algunas sobras que puedes tomar. Si no, se van a desperdiciar —sugirió Santiago con sarcasmo.

Su comentario hizo que todos estallaran en risas burlonas.

—¿Oh? ¿Ya no te duele la boca? —espetó Jaime con una sonrisa de satisfacción.

Santiago se encogió ante el comentario mientras se cubría la cara con ambas manos.

—Santiago, no le hagas caso. Vamos. —Preocupada de que Jaime volviera a golpearlo, María lo apartó a toda prisa.

Cuando todos se fueron, solo quedaron Jaime e Hilda en la habitación.

—Jaime, si tienes hambre, podemos comer algo fuera en lugar de comer las sobras aquí —le propuso.

—¿No te llenaste? —La miró sorprendido.

—Cuando te llevaron, me preocupé por ti. Así que... —admitió que no comió casi nada.

Cuando la mirada de ella lo hizo sentirse culpable, Jaime respondió con una sonrisa:

—Ven, vamos a comer algo.

Con eso, se marcharon.

Mientras tanto, en el exterior del Restaurante Antaño, Santiago le abrió la puerta del auto a Javier.

—Señor Llano, por favor...

Tras dar un paso, Javier retrocedió.

—Vayan ustedes. Acabo de recordar que tengo algunos asuntos pendientes que tratar. —Quería interrogar a Félix sobre lo ocurrido. Si había fallado, entonces quería recuperar su dinero.

Capítulo 125 En conjunto 1

—Jaime, ¿no llegaste en un Bentley? Ahora que nos vamos, ¿viene a recogerte? Como no he visto uno nunca, ¿puedes hacer que tu amigo lo traiga para enseñármelo? —sugirió Lidia en tono sarcástico de repente.

—¡Sí! ¡Yo también quiero ver un Bentley!

—Recemos para que no haya venido en un Bentley y se regrese en patines.

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