Entrar Via

El Desquite de una Madre Luchona romance Capítulo 5

—No voy a ir —respondió Rocío con un tono igual de distante.

Al otro lado de la línea, Lázaro se quedó helado.

¿Rocío se atrevía a rechazarlo?

Jamás se le había pasado por la cabeza que ella pudiera negarse.

Mientras lo pensaba, su voz salió más dura, cargada de cierta amenaza:

—¿Lo pensaste bien? ¿Seguro que no vas a ir?

—Sí.

¿Qué tenía que pensar? Ella ya había dejado atrás a su esposo y a su hija, ¿cómo iba a prestarse ahora para donar sangre a alguien que ni siquiera tenía nada que ver con ella?

—El acuerdo de divorcio...

Rocío quiso preguntarle si ya había firmado el acuerdo de divorcio, pero Lázaro le colgó de golpe.

...

—¿Qué pasa, Lázaro? —le preguntó Mireya, sentada junto a él.

Mireya estaba ahí porque Lázaro la había invitado a la casa.

Carolina, la hija de ambos, llevaba días insistiendo en que quería que su mamá le contara un cuento antes de dormir, preguntando por qué hacía tres días que no volvía a casa.

Hasta Lázaro se sorprendía por la situación.

¿Rocío tenía el descaro de no regresar en tres días? ¿No le preocupaba que él la echara de la casa de verdad? ¿O es que alguien le había dado el valor para hacerlo?

Viendo que Rocío no volvía, Lázaro tampoco tenía intención de llamarla.

Por suerte, Carolina tenía a Mireya para acompañarla, y durante esos días, la niña casi ni se acordaba de su madre.

...

—Benjamín necesita una transfusión —le contestó Lázaro a Mireya mientras marcaba otro número en el teléfono—. Averigua de inmediato si en la ciudad hay sangre tipo “panda”.

Después de dar la orden, se giró hacia Mireya y Carolina:

—No se preocupen, ya está todo bajo control.

—¿Es que mi mamá no quiere donar sangre para Benjamín? —preguntó Carolina con los ojos llenos de lágrimas, mirando a Lázaro.

—Así es.

—¡Qué mala es mi mamá! ¡Si Benjamín no recibe la sangre de mamá, se va a morir! ¡No quiero a una mamá tan mala! —Carolina rompió a llorar, las lágrimas caían sin parar.

Mireya la abrazó y le dio palmaditas en la espalda para calmarla:

—No llores, tu papá está buscando una solución, Benjamín va a estar bien, ya lo verás.

—¡Mi mamá es muy mala! —lloriqueó la niña, llorando cada vez más fuerte.

—Entendido, señor, a partir de ahora no habrá ningún depósito para Rocío.

Lázaro colgó sin decir más.

Félix murmuró para sí:

—Seis años y nunca le han dado ni un peso de manutención a esa pobre Rocío. ¿Cómo habrá hecho para sobrevivir? Vaya caso extraño.

...

Justo ese viernes por la mañana, Rocío estaba sentada en una cafetería, frente a su abogado, Romeo.

Romeo la miraba con seriedad.

—Rocío, la familia Valdez tiene un patrimonio de miles de millones de pesos, ¿por qué no quieres pelear por nada de eso?

Rocío esbozó una sonrisa resignada:

—Conociendo el carácter de Lázaro y lo mucho que me odia, no me va a dar nada. Y aunque tú me ayudes, no quiero que mi hija vea que sus padres se destrozan en público por dinero.

—Tienes razón —admitió Romeo.

Después preguntó:

—Pero si no vas a pedirle nada a la familia Valdez, ¿por qué mejor dejas todos tus ahorros —que suman varios millones— a Carolina? Ellos tienen suficiente para cuidar a la niña.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Desquite de una Madre Luchona