Noelia lloraba desconsolada en los brazos de Samuel, sus lágrimas caían sin parar mientras sollozaba con amargura.
—A la familia Juárez la están pisoteando, ya no quiero seguir viviendo. Si esa Marisa no me deja en paz, mejor me muero, ¿para qué seguir así?
Samuel, completamente confundido, la levantó y la acomodó en el asiento del carro.
—Noeli, ¿qué pasó? Dímelo bien, no digas tonterías de que te quieres morir. Si Marisa en verdad te hizo algo, yo mismo me encargo de que pague.
Noelia alzó la mirada, sus ojos llenos de tristeza y vulnerabilidad se encontraron con los de Samuel.
—Mandó a alguien para secuestrar a mi hermano, un montón de tipos lo golpearon entre todos, casi lo matan. Ella sabe que he tenido problemas en el embarazo, así que quiere hacerme sufrir lastimando a mi familia. Seguro espera que me altere tanto que pierda al bebé. Hasta que eso pase, no va a quedar satisfecha.
Samuel frunció el ceño, dudando de lo que escuchaba.
—¿Cómo va a ir Marisa a buscarle pleito a tu hermano? Por más que envidie que estés esperando un hijo, no creo que se atreva a mandar a alguien a matarlo.
Noelia seguía sollozando y su expresión reflejaba aún más lástima.
—Tal vez ella sola no se atrevería, pero ¿y si tiene a un tipo que sí se atreva?
—¿Un tipo que se atreva? —Samuel la miró con desconfianza—. ¿Te refieres al tipo con el que se casó? Ese hombre tampoco haría algo así solo para ayudarla.
Noelia, al notar que Samuel aún dudaba, rompió en llanto todavía más fuerte, casi gritando de tanto dolor.
—¿Tú crees que Marisa solo tiene a ese marido? Mi hermano me lo advirtió y al principio yo tampoco lo creía, pero después de cómo lo dejaron, no me queda duda. Él no tiene motivos para mentir...
Se mostró aún más dolida, como si cada palabra fuera una puñalada en su pecho.
—Si no me crees, puedo llevarte ahora mismo con mi hermano para que él mismo te cuente cómo estuvo todo.
Samuel respiró profundo, intentando tranquilizar a Noelia, quien seguía llorando sin poder controlar el temblor de su cuerpo.
—Noeli, ¿a quién voy a creerle si no es a ti? Pero ya es tarde, y tu hermano está herido, mejor que descanse. Mañana paso a verlo.
Noelia agachó la cabeza, dejando ver una pequeña sonrisa de satisfacción que nadie pudo notar. Cuando volvió a alzar el rostro, solo quedaba en su expresión la tristeza y la desolación.
—Amor, ¿y así nada más vamos a dejar que Marisa se salga con la suya?

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