El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 182

Noelia caminaba por la recepción con aires de grandeza.

—Venimos aquí a gastar, y si te caíste, seguro fue por culpa de Torre Celeste. ¡Yo voy a reclamarles ahora mismo! —sentenció, con el ceño fruncido.

Samuel, adolorido en el suelo, apenas alcanzó a sujetar a Noelia del brazo.

—No, ya déjalo. Fue por mi torpeza, no fue culpa de nadie más. No vayas a meterte en líos, y menos así de embarazada… Me preocuparía mucho si te pasa algo.

Al escuchar eso, Noelia bajó la mirada y sonrió con timidez, pero por dentro se sentía como si hubiera ganado la lotería: Samuel estaba empezando a preocuparse por ella.

Eso solo podía ser una buena señal.

...

De regreso a casa, Noelia fingía indiferencia mientras acomodaba la mirada en el parabrisas.

—Amor, últimamente he visto que en Clarosol hay un centro de parto y recuperación que está súper de moda. Dicen que es carísimo y que es casi imposible reservar…

Mientras hablaba, Noelia no podía evitar espiar el rostro de Samuel, buscando cualquier reacción para saber si debía cambiar su estrategia.

Cuando vio que él no se mostraba molesto, soltó el aire que ni cuenta se había dado que contenía.

Samuel, distraído, respondió sin apartar la vista del camino.

—¿Qué lugar dices? Dímelo y le pido a mi asistente que haga la reservación. Si hay que dar más dinero para conseguir un lugar, lo hacemos.

Noelia tuvo que contener la emoción desbordante que amenazaba con filtrarse en su voz, y con cuidado le dijo el nombre del centro de parto.

Samuel lo reconoció de inmediato. Había escuchado que el sitio era tan exclusivo que se hacían llamar “el centro de los partos millonarios”.

Frunció el ceño.

—¿No será que el precio está inflado solo porque está de moda?

Noelia captó enseguida el pequeño cambio en la actitud de Samuel.

Bajó la cabeza, mostrándose vulnerable.

—No importa si está caro o no… Yo solo quiero darle lo mejor al bebé, que esté bien cuidado desde el principio. ¿Está mal pensar así?

Luego, con la voz más suave y una mirada suplicante, lo miró de reojo.

—Si crees que estoy exagerando, puedes decírmelo. Si es así, lo acepto y lo cambio, de verdad.

Samuel, al ver la expresión tan indefensa de Noelia, no pudo decir nada que la hiciera sentir mal.

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