Marisa no entendía muy bien esa publicación de Rubén en redes sociales, así que solo le tomó una captura y se la mandó a Sabrina.
Sabrina le respondió con un emoji sudoroso.
[¿En serio no lo ves? Está clarísimo que anda presumiendo su amor. ¿De verdad no te das cuenta? ¿Dónde quedó tu sentido común?]
Marisa soltó un suspiro resignado.
—Puede que mi habilidad para estas cosas sea limitada, pero no estoy mal de la cabeza, ¿eh?
Sabrina, riéndose, compartió la captura con otras amigas y, sin que Marisa se diera cuenta, la noticia llegó rápidamente a oídos de la familia Loredo.
...
Noelia no logró comer en Torre Celeste como había planeado, pero Samuel se esmeró en preparar una cena familiar abundante en casa.
A la hora de la comida, Noelia recibió varias capturas de pantalla de sus amigas más chismosas del círculo social.
Las imágenes mostraban cómo Marisa le había transferido dinero a un hombre.
Noelia no pudo resistir la tentación y compartió la noticia con toda la familia Loredo, asegurándose de que incluso los empleados que servían la mesa escucharan cada detalle.
—Mamá, ¿viste eso? Marisa ahora tiene que salir a trabajar para mantener al hombre de su casa. Por fin se te hizo justicia, ¡tienes que celebrar y comer más! Ahorita mismo te abro otra botella de champán.
Al principio, Penélope no terminaba de creerlo. Por muy mal que le fuera a Marisa tras dejar la familia Loredo, no pensaba que llegaría al extremo de tener que trabajar para mantener a alguien.
Miró a Samuel, buscando confirmación.
Samuel asintió con calma.
—Es cierto, mamá. Marisa ahora tiene que buscar encargos de pintura para sobrevivir. Y, por lo que se ve, hasta tiene que mantener al esposo.
Con esas palabras, Penélope sintió por fin que había cobrado venganza. Ordenó a los empleados que trajeran más champán.
—¡Miren nada más! ¡Eso le pasa por dejar la familia Loredo! Si no hubiera hecho tantos desfiguros, todavía estaríamos dispuestos a aceptarla. Pero ahora, mírenla, ni siquiera puede mantenerse dignamente. ¡Qué pena ajena!
Noelia, por su parte, estaba de excelente humor esa noche. Aunque no pudo ir a Torre Celeste a cenar, la noticia era igual de sabrosa.
Ella misma le sirvió vino a Penélope.
—Mamá, la vida pone todo en su lugar. Marisa está pagando por lo que hizo, y eso solo es el principio.

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Los comentarios de los lectores sobre la novela: El día que mi viudez se canceló