El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 187

Al notar la forma en que Marisa esquivaba su mirada, Rubén se detuvo adrede en la puerta del baño, recargándose con tranquilidad mientras la llamaba por su nombre.

—Marisa.

—¿Eh?

Aunque respondió, ella seguía cabizbaja, sin atreverse a mirarlo de frente.

Rubén sonrió con un aire juguetón, el gesto le iluminó el rostro.

—¿No te animas a mirarme?

Marisa apretó los labios, negándose a dejarse intimidar tan fácilmente. No podía darse el lujo de que la menospreciara.

Levantó la cabeza y lo miró directo a los ojos. Pero, por más que lo intentaba, sus ojos terminaban desviándose hacia abajo una y otra vez.

—¿Qué tanto ves ahí abajo?

Al darse cuenta de que su mirada la traicionaba, Marisa volvió a levantar el rostro con rapidez.

—Nada, solamente revisaba si te habías amarrado bien la toalla, no vaya a ser que se te caiga y termines resfriado.

No estaba segura si la gente suele hablar mucho cuando está nerviosa, pero con ella era así: cada vez que se sentía incómoda, la boca le soltaba palabras sin parar.

Rubén apenas lograba contener la risa. Le tomó un buen rato recuperar la compostura antes de responder con calma:

—Está bien, señora Olmo, ya entendí. No me voy a enfermar.

En pleno verano de Clarosol, si alguien se enfermaba solo porque se le cayó la toalla, sería como ver fantasmas a plena luz del día.

Cuando Rubén desapareció finalmente del marco de la puerta, Marisa soltó el aire que tenía contenido y dio un golpecito al agua de la tina, arrepentida de no tener más control sobre sus propios ojos. Por poco hace el ridículo.

Por su parte, Rubén al salir del baño, dejó que la sonrisa se le desbordara en el rostro sin contenerse más.

Tan adorable. Una ternura total.

...

El timbre del celular interrumpió el silencio, sonó durante unos segundos y luego se detuvo. Al poco rato, volvió a timbrar.

VERIFYCAPTCHA_LABELVerificar