Al día siguiente.
Marisa despertó con la sensación de que el sueño de la noche anterior la había abrigado con más calidez de la que acostumbraba.
Incluso, por un momento, dudó de que todo fuera real y encendió la luz.
Buscó en la cama, no vio a nadie. Revisó cada rincón del cuarto y tampoco halló rastro de nadie más.
Sin perder tiempo, vestida aún con pijama y sin ponerse siquiera las pantuflas, salió corriendo del dormitorio. Se asomó por la escalera de caracol, escudriñando la planta baja hacia el comedor y la sala.
Sofía andaba en la cocina, terminando de preparar el desayuno.
Era solo para una persona.
Tampoco se veía a Rubén por ningún lado.
Al verla asomada en la escalera, Sofía le sonrió y la saludó con alegría.
—Buenos días, señora. ¿Busca algo? ¿Cómo que sale sin zapatos? Aquí en la casa principal hace frío, no se vaya a resfriar.
Marisa forzó una sonrisa.
—Buenos días, Sofía. Ya voy por mis zapatos.
Se dio media vuelta, arrastrando consigo una sombra de decepción.
De regreso en su habitación, Marisa trató de encontrar alguna pista en la cama que le indicara que Rubén había vuelto en algún momento.
Pero ella dormía de manera tan inquieta que terminaba adueñándose de toda la cama. Con eso, era imposible saber si Rubén había pasado la noche ahí o no.
Una sensación de vacío se instaló en su pecho, como un hueco que no dejaba de crecer.
Pensó que, al final, era necesario aclarar las cosas. Hablar honestamente sería lo mejor para ambos. Dejarlo así, sin decir nada, era insostenible.
Tomó el celular que tenía junto a la almohada. Recordó el tono distante de Rubén la noche anterior y sintió un cosquilleo de nerviosismo.
Dudó solo un instante, pero terminó por tocar la pantalla para llamarlo.
Rubén contestó casi de inmediato.
—Rubén, tu asistente me contó lo del divorcio.
Marisa intentó que su voz sonara tranquila, como si nada pasara.
No quería convertirse en esa mujer que reclama y exige explicaciones sobre el divorcio.
Sabía perfectamente que entre ella y Rubén había una diferencia de estatus enorme. Desde el principio, todo había dependido de la decisión de él.

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