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El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 314

—Compra uno y llévate otro gratis, y de paso te cuento una buena noticia: esa suegra tan odiosa... también quedó en cama.

Rubén dejó que una pequeña curva traviesa se dibujara en sus labios, sin perder la compostura ni por un segundo.

Levantó una ceja y le preguntó a Marisa:

—Qué notición, ¿eh? Le voy a decir a Sofía que destape el champán.

El sonido de las copas chocando en el jardín de la familia Olmo tenía algo especial esa noche. Marisa, que casi nunca tomaba, no pudo resistirse y aceptó una copa de champán.

El líquido dorado resultaba imposible ignorar.

Incluso ese dejo amargo se disolvía bajo la dulzura que sentía en el corazón.

...

La noche terminó de caer.

El aire fresco del otoño traía consigo un suspiro de alivio.

En el jardín de los Olmo, los fuegos artificiales explotaban en mil colores.

Sentados en una banca, Marisa y Rubén disfrutaban lado a lado el espectáculo que iluminaba el cielo en una danza de luces.

Marisa, con la mirada atenta, no se perdía ni un solo destello de esa belleza fugaz. Mientras tanto, Rubén, casi sin parpadear, la contemplaba de perfil, como si quisiera grabar ese instante para siempre.

Y de tanto mirarla, su mirada terminó por llenarse de una ternura dolorosa.

Sin apartar los ojos de ella, susurró:

—Marisa, el día que supiste que Samuel sólo fingió su muerte... debió haberte dolido muchísimo.

Marisa se quedó quieta, sorprendida, y volteó a verlo.

Sus ojos, tan profundos como el agua, se entrecerraron con una ligera risa.

—Soy más fuerte de lo que crees, pero también más frágil de lo que imaginas. Si te soy sincera, en ese entonces hasta había juntado un montón de pastillas para dormir… pensaba acabar con todo. Pero justo cuando supe que Samuel sólo se hacía el muerto, toda esa tristeza que me ahogaba… se esfumó.

Su mirada, firme y segura, no titubeó.

—Ese día me dije a mí misma: Si ya vi claro que lo que vivía era un infierno, entonces tenía que salir de ahí y seguir viviendo, pero bien.

Rubén sintió que los ojos se le humedecían.

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