Entrar Via

El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 335

Marisa se levantó y fue directo al baño para lavarse la cara y cepillarse los dientes. Sin pensarlo mucho, escogió una blusa holgada y cómoda del armario.

Después de ponérsela, se quedó parada frente al espejo y se le escapó una sonrisa, un poco divertida por su propia reacción.

—¿Qué me pasa? —se preguntó en voz baja, sacudiendo la cabeza, un poco avergonzada de sí misma.

¿Acaso ya estaba actuando como si fuera una mujer embarazada?

En su mente, Marisa se repetía una y otra vez que no debía hacerse ilusiones. Pensar demasiado solo le haría más difícil enfrentar el resultado, fuera cual fuera.

Sin embargo, la naturaleza humana es así: cuanto más intentas convencerte de que no esperas nada, más te aferras a una pequeñísima esperanza.

Después del desayuno, Rubén tomó las llaves y la llevó personalmente al hospital. Incluso cambió su deportivo habitual por un carro mucho más espacioso y cómodo.

Marisa se sentó en el asiento del copiloto, con una mezcla de nerviosismo y emoción que no sabía cómo describir. Miró por la ventana mientras se alejaban de la plaza donde vivía la familia Olmo, con el corazón latiendo rápido, como si presintiera que algo importante estaba por ocurrir.

...

Justo después de verlos salir, Sofía no pudo contenerse y marcó de inmediato el número de Valentina.

—¡Señora, tengo un notición! ¡Parece que la señora Marisa está embarazada!

Para la pareja Olmo, ese mensaje era como un premio inesperado, un regalo caído del cielo.

—¿De verdad? —contestó Valentina, algo incrédula—. ¿Estás segura? No quiero hacerme ilusiones para que todo termine en un error.

Sofía respondió con total seguridad:

—¡Claro que sí! Anoche escuché al joven Rubén hablando con el doctor Quiroz, y hoy temprano la llevó directamente al hospital. Además, últimamente la señora no soporta ningún olor fuerte y, según la señora que limpia el cuarto principal, hace rato que no le baja.

Valentina estaba tan emocionada que apenas lograba contenerse; su tono de voz se elevó varios decibeles.

—¡Tenemos que regresar ya! ¡En este mismo instante! Si Marisa está embarazada, yo misma tengo que cuidarla.

Sofía le siguió la broma con una risa.

—¿Acaso teme que no la cuidemos bien, señora?

Nuestro precio es solo 1/4 del de otros proveedores

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El día que mi viudez se canceló