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El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 334

La noche antes de ir al hospital.

Rubén trabajó hasta muy tarde y Marisa también tuvo insomnio hasta altas horas.

Aunque se había acostado cerca de las diez, se la pasó dando vueltas en la cama hasta pasada la medianoche, sin lograr pegar el ojo.

Una sensación extraña la envolvía.

Colocó la mano sobre su vientre. Su abdomen, plano y sin ningún cambio, no mostraba nada fuera de lo común.

¿De verdad estaría embarazada?

Marisa se sentía perdida.

Después de un rato, se le escapó una sonrisa. No podía ser, ¿verdad?

Seguramente era solo una coincidencia.

Rubén terminó el trabajo y regresó a la habitación.

Solo una lámpara de noche, con su luz tenue y cálida, iluminaba el cuarto.

El cuerpo de Marisa estaba acurrucado en un extremo de la cama, dándole la espalda a Rubén.

Esa posición, según dicen los psicólogos, revela una falta profunda de seguridad.

Abrazaba la cobija, hecha un ovillo.

Rubén se lavó los dientes y la cara de manera rápida y silenciosa, cuidando cada movimiento para no despertarla.

Marisa, al cambiar de posición, terminó acurrucándose en el pecho cálido de Rubén.

El ritmo firme de su corazón la envolvió, y por primera vez en horas, sus cejas, que había mantenido tensas sin notarlo, se relajaron un poco.

Su mano instintivamente rodeó la cintura de Rubén.

Él, sintiendo cosquillas por el movimiento inquieto de Marisa, le acomodó la mano en su espalda.

Así, quedaron abrazados, mirándose de frente.

Quizá por el suspiro suave que Rubén exhaló sobre su mejilla, Marisa sintió cosquillas y prefirió esconder la cara en su pecho.

Rubén apoyó la quijada en el cabello de Marisa. Le encantaba esa sensación de poder envolverla completamente con un solo brazo.

Le hacía pensar que la persona entre sus brazos era solo para él, cuerpo y alma.

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