Entrar Via

El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 392

Emiliano tenía el semblante serio, y aunque intentaba ocultarlo, no podía disimular cierta desilusión.

—Marisa, ¿ya no necesitas de tu profesor?

Marisa sonrió con dulzura.

—¿Cómo podría no necesitarlo? Si fuera posible, me encantaría que siguiera enseñándome, que me mostrara cómo ser una pintora con alma. Pero no se puede ser tan egoísta. Yo lo necesito, claro, pero también lo necesitan muchas otras personas. Y quien más lo necesita ahora es Regina.

Emiliano bajó la mirada, sus cejas blancas temblando levemente, y suspiró.

—¿Estás segura? Si ahora regreso a Clarosol, con mi salud como está, probablemente ya no podré volver. Y en el futuro, tal vez no pueda ayudarte más en tu carrera. Si un día de estos me voy de este mundo, tampoco podré darte ningún apoyo.

En el fondo, Emiliano quería ayudar a su alumna favorita, aunque fuese un poco.

Marisa asintió con firmeza.

—Estoy segurísima. Si su salud ya no le permite venir a Clarosol, yo sí puedo ir allá. Le prometo que siempre que tenga tiempo, si usted y Regina quieren verme, iré a Clarosol a visitarlos.

Hizo una breve pausa antes de continuar.

—Maestro, siempre le he dicho profesor, pero hoy le digo maestro porque quiero que sepa que uno puede entrar a este camino gracias a un guía, pero recorrerlo depende de uno mismo. Si usted me allana el camino, ese será su trayecto, no el mío. Yo quiero tomar mi propio pincel y pintar mi propia senda. Por favor, no se preocupe, que aunque sea medio torpe, su discípula va a lograrlo.

Emiliano no pudo evitar soltar una risa resignada, ya más tranquilo.

—¿Torpe? Si tú eres torpe, entonces ninguno de mis alumnos podría considerarse persona. Bueno, bueno, si ya lo decidiste, no me queda más que aceptarlo. Pero tienes que recordar lo que dijiste hoy: si Regina y yo te extrañamos, tienes que ir a Clarosol a visitarnos.

—¡Por supuesto!

...

Rubén estaba sentado en la oficina de Cristian, esperando en silencio a que Marisa terminara de atender al señor Cáceres.

Cristian preparó una jarra de café y comenzó a bromear.

—¿Desde cuándo el señor Olmo se volvió la esposa abandonada del palacio?

Rubén tomó la taza que le ofreció Cristian y le lanzó una mirada de reojo.

Nuestro precio es solo 1/4 del de otros proveedores

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El día que mi viudez se canceló