El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 40

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Su Mari no tenía más de veinticuatro o veinticinco años, era demasiado joven para soportar tanto peso.

Pero Marisa resultó ser mucho más fuerte de lo que Yolanda imaginaba. Le acomodó el almohadón detrás de la espalda y luego le cubrió bien con la cobija.

—Mamá, trata de descansar un poco más. Yo puedo encargarme sola, no te preocupes tanto, solo espérame aquí en casa, ¿sí?

...

Patio de la familia Olmo.

A la hora de la cena, Rubén tenía una taza de café a su lado, mientras las empleadas iban y venían trayendo una variedad de platillos que llenaban la mesa.

Valentina dejó su celular a un lado, con cara de desdén.

—La gente de hoy sí que tiene mucho tiempo libre. Se la pasan de ociosos, les encanta andar hablando de la vida ajena.

Carlos bajó el periódico, sus lentes ya estaban deslizándosele por la nariz. Ladró, medio en broma:

—¿Ahora con qué chismes te topaste? ¿Acaso están hablando de nosotros, la familia Olmo?

Carlos sospechaba que debían estar chismeando sobre ellos, porque si no, su esposa no se habría puesto tan furiosa.

El enojo de Valentina era tan obvio que parecía que iba a explotar; incluso dio un golpecito en la mesa de la rabia.

Rubén levantó la cabeza al notar el ambiente raro, frunció el ceño y preguntó:

—¿Otra vez andan diciendo que tengo alguna enfermedad rara? Ni caso les hago, mamá, cuando veas esas cosas, mejor pásalas de largo, no vale la pena.

Dejarse afectar por esos comentarios era un error que no pensaba cometer.

Valentina inspiró hondo y trató de calmarse.

—Ahora esos malditos chismosos ya aprendieron la lección, saben que la familia Olmo no se va a quedar de brazos cruzados, así que ya casi ni se atreven a escribir de nosotros. Pero ahora se la traen contra la familia Páez...

La expresión relajada de Rubén se transformó de golpe en seriedad; incluso se enderezó en su silla, un poco tenso.

—¿Y ahora qué dicen?

Valentina estaba tan molesta que casi se le volteaban los ojos.