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El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 404

La mirada ardiente de Rubén seguía clavada en Marisa, casi como si pudiera quemarle la piel. El aire dentro del carro se fue llenando de una tensión cálida, mientras afuera las estrellas titilaban en el cielo.

Rubén se inclinó hacia ella, y en cuestión de segundos, ambos quedaron fundidos en un solo abrazo.

Sus labios, húmedos y ansiosos, rozaron el cuello de Marisa, despertando en ella un torrente de sensaciones que la envolvieron por completo.

Un cosquilleo eléctrico se extendió por todo su cuerpo, nublándole la mente y apartando cualquier otro pensamiento.

Marisa rodeó la cintura de Rubén con sus brazos, acercando sus labios rojos a su oído, dejando escapar un suspiro entrecortado, casi como un secreto compartido solo entre ellos.

Parecía querer atrapar el alma de Rubén y no dejarla ir jamás.

En ese instante, Rubén perdió el control; el hombre elegante y reservado de siempre se volvió impulsivo y apasionado. Bastó con sentir las manos de Marisa en su espalda para que todo cambiara.

Ese momento fue suficiente.

Afuera, el viento comenzó a soplar, haciendo que las sombras de los árboles y el carro se movieran al mismo ritmo, como si todo el universo acompañara su encuentro.

Las estrellas, que rodeaban la luna brillante, resplandecían todavía más en ese instante.

Dentro del carro, ambos se quedaron abrazados y, poco a poco, el sueño los fue envolviendo. Las estrellas se ocultaron tras pesadas nubes, igual que Rubén envolvía a Marisa entre sus brazos.

Él era como esas nubes que la protegían, y ella como la estrella más brillante de la noche.

...

Después de regresar de la Montaña del Coraje, Marisa volvió a quedar atrapada en la vorágine de su trabajo.

Se la pasaba buscando entre un montón de nuevos talentos a quienes prometían más potencial, organizando cada detalle de la exposición de invierno y, si hubiera podido, hasta habría dormido en la galería para no perder tiempo.

El proyecto anual del Grupo Olmo también había arrancado.

Junto con FunAI, estaban trabajando para lanzar el carro eléctrico más de moda entre los jóvenes.

Rubén, por su parte, pasaba los días atrapado en las reuniones interminables del Grupo Olmo, enfrentando todo tipo de problemas difíciles de resolver.

Hasta los fines de semana se le iban en el Edificio Olmo, siempre con trabajo encima.

Marisa, por fin, logró concretar con Fabiana Barrera el tema para la exposición de invierno y ese día salió temprano del trabajo.

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