Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 138

Ella llevaba ropa cómoda de casa y tenía el cabello revuelto. Su habitual mirada sombría había perdido esa intensidad característica y se veía un poco apagada, con el aire cansado de alguien que había trabajado hasta esas horas.

—¿Señor Montoya, apenas está llegando?

Alejandro respondió con frialdad:

—¿Y tú no te has acostado todavía?

—Ya me voy a dormir. Buenas noches.

Sofía se despidió con la mano, cerró la puerta y volvió al estudio. El cuarto tenía cuatro grandes pantallas llenas de códigos, y ya le dolían los ojos de tanto mirar.

Ella había pensado comer mientras seguía trabajando, pero después de pensarlo mejor fue a la sala a cenar tranquilamente.

Sin darse cuenta, empezó a pensar en Alejandro y su expresión distante.

Por haber logrado esa alianza para fastidiar a Diego, y después de haber cenado juntos, su relación se había vuelto un poco más cercana.

Por eso, se había animado a saludarlo.

Si hubiera sido antes, quizás solo habría saludado con la cabeza sin decir nada. Pero al hablarle, la pregunta había sonado un poco brusca. Si fueran amigos normales, la pregunta habría estado bien, pero Alejandro tenía límites muy marcados, y muchas preguntas comunes ya las consideraba una verdadera intromisión.

Sofía terminó de comer a la menor brevedad, luego se bañó y se lavó el cabello. Cuando terminó todo ya eran casi las cuatro de la madrugada.

Durmió cuatro horas y se levantó para ir al trabajo.

Alejandro no había ido a la oficina por dos días seguidos, pero ese día llegó puntualmente y tuvo algunas reuniones individuales con los directivos.

Mónica le pidió que llevara dos cafés.

Después de que Sofía los entregó, Alejandro la miró de reojo. Estaba pálida y tenía profundas ojeras, pero su ánimo parecía estar bien.

—Puedes irte.

Sofía se despidió y se fue.

***

Dimensiones Infinitas, la empresa de videojuegos.

Sebastián le preguntó a Joaquín:

—¿Cuánto falta para que llegue tu contacto?

Ya casi era hora de salir del trabajo y la persona aún no había llegado. ¿Le estaban tomando del pelo?

—Ya viene —respondió Joaquín, también ansioso—. La gente con talento siempre tiene su temperamento, además él es investigador del laboratorio de Daniel Vega, también está muy ocupado. Es normal que llegue tarde.

Pero, Sebastián no se veía nada contento.

Ese día había preguntado varias veces con el supervisor del departamento de sistemas, y las fallas de la base de datos no habían sido reparadas para nada.

Incluso se había trabado y seguía cargando el reinicio.

Mateo era una basura completa, eso ya se sabía. Pero Valentina... que no creyera que era idiota. Esa era la mujer que Diego tenía en un pedestal, ¡había estado en las noticias en los últimos días!

—¡Joaquín, si quieres que terminemos la sociedad, dilo de una vez y que se vaya de una vez por todas esta gente!

Joaquín sabía que lo habían engañado.

—¡Yo coordiné todo con Jessy, la asistente de Valentina! ¡No tenía idea de que era ella!

—Ahora saca a esta gente...

—El problema de tu empresa solo yo lo puedo resolver, Sebastián. Piénsalo bien.

A Valentina no le gustaban los ojos de Sebastián porque eran idénticos a los de Sofía, y eso la irritaba mucho.

Había aceptado ir solo para vengar a Mateo, y si Sebastián estaba dispuesto a cooperar, aunque la plata fuera poca, también era ganancia.

Pero lo más importante era que después de todo esto, Sebastián jamás podría levantar la cabeza frente a Mateo. Tenía una “debilidad”, y en el futuro ya no podría insultarlo llamándolo mendigo, porque Sebastián sería aún más patético.

Así que dependía si Sebastián priorizaba la empresa o su orgullo.

Según Mateo, Sebastián valoraba su videojuego más que a su propia vida, ¡quizás eligiera la primera opción!

Mateo se regodeó.

—¡Sebastián, o cooperas con mi hermana, o simplemente te vas a la bancarrota! ¡Tú decides!