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Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 291

Sofía parpadeó, sorprendida.

Hace un momento, lamentaba no haberlo hecho frente a Diego, pero al final él lo vio a escondidas. Así que, seguirla y romperle la copa, sí, tenía una razón: estaba incómodo y celoso.

Por supuesto, hizo toda esa serie de arrebatos por Alejandro; con ella no tenían nada que ver.

Ella nunca había estado tan agradecida de trabajar en la Corporación Sierra, porque así pudo conocer a Alejandro. De otro modo, cada vez que Diego se ponía insoportable, no habría tenido cómo defenderse.

Como en ese momento: con solo pensar que perdió el control porque ella besó al hombre que más odiaba, Sofía sintió que tenía la ventaja. Al final, ella disfrutó ver la hostilidad en la mirada de él y dijo, con una sonrisa de desprecio:

—¿Y eso qué es? Si me acuesto con él, ahí sí tendrás motivos para hacerme un escándalo.

Antes, cuando decía esas cosas, pensaba que solo lo decía por estar enojada y nunca se lo tomaba en serio. Pero… ¡quizá fuera capaz de hacerlo!

Con solo imaginarlo, Diego perdió la calma. Con la cara tensa, le advirtió.

—Sofía, yo no soy un hombre débil. Aunque quieras vengarte, no te pases de la raya. Si lo haces, yo voy a jugar el mismo juego.

—¿Eso es una advertencia? —preguntó.

La mirada de é era imponente.

—Es una orden.

Diego era difícil de tratar; con esa actitud, ni siquiera Gabriel se atrevía a provocarlo. Antes, ella también sentía miedo, pero, en ese momento, ya no. No era cuestión de amar o no amar. En el fondo, Sofía era así: cuando tenía claro lo que quería hacer, no cedía. Las amenazas de Diego solo la llenaban de más valentía. Al menos en eso, era igual que Sebastián.

Respondió, con firmeza:

—Olvídalo, no te voy a hacer caso.

Diego estaba tan furioso que se puso rojo.

—¿Hasta ahora me doy cuenta de que me casé con una mujer así? Antes parecías solo tener ojos para mí, pero apenas nos divorciamos cambiaste por completo. ¿Sabes lo que eso significa?

Apretó las mejillas de Sofía y dijo:

—¡Tal vez tu amor fue fingido!

Ella volteó la cara y le apartó la mano, con la mirada seria.

—Si de verdad hubiera fingido quererte durante tres años, ¿qué habría ganado? ¿Crees que soy tan miserable como para aguantar tu carácter, las humillaciones de tu familia y el desprecio de tus amigos?

Su tono seguía igual de agresivo, pero él entendió que lo que ella le estaba diciendo era que esos tres años no fueron una farsa: de verdad lo había amado.

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