La mirada de Salomé se suavizó al escuchar las palabras de Conrado, se quedó boquiabierta. No podía creer que Conrado hubiera trabajado tan duro para crear este hermoso lugar. Se acercó a él, lo abrazó y lo besó apasionadamente.
—Me encanta. Es el mejor regalo que alguien me ha dado —dijo con lágrimas en los ojos.
Conrado la abrazó y la besó de vuelta. Finalmente, se separaron y se quedaron de pie en el medio del campo, observando todo a su alrededor. La luz del sol se había ido, y las estrellas empezaban a aparecer en el cielo nocturno, pero las luces de las lámparas proyectaban un lugar hermoso y romántico.
—Mira las estrellas, se ven tan hermosas, imponentes, verlas así nos hace pensar, que no somos nada, que en el mundo se mueven las cosas sin que nosotros tengamos el mínimo control —dijo Salomé en tono nostálgico, apuntando hacia el cielo.
Conrado la miró, sus ojos brillando en la oscuridad.
—Tienes razón, de lo único que somos dueños es de nuestras emociones, de los que decimos. Y si, las estrellas son hermosas, pero no tanto como tú, porque tú eres la más brillante de todas —dijo.
La acercó a él para darle un abrazo tierno y besarla con una profunda pasión, donde le dejaba ver todo el profundo amor que sentía por ella.
—Todo lo hice por ti, mi amor. Quería que este fuera el mejor regalo de bodas que pudiera existir, te amo y te juro que quiero hacerte la mujer más feliz del mundo.
Salomé se separó y lo miró con amor en los ojos. Sabía que Conrado estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella y eso la hacía sentir no solo segura, sino también más enamorada que nunca.
—Gracias, Conrado. Yo también te amo profundamente, nunca te olvides de lo importante que eres para mí, y este gesto que has tenido conmigo, es un detalle que nunca voy a olvidar, cada día te superas a ti mismo, ¿Cómo no voy a amarte? Si tus sorpresas no se limitan a unas flores, sino a demostrarme lo importante que soy para ti, te preocupas por mis sentimientos, por mis sueños, por hacer sentir plena y eso es algo que admiro de ti.
Caminaron juntos por el bosque, admirando la belleza de la naturaleza que se abría a su alrededor. Se detuvieron en una pequeña cascada y Conrado tomó las manos de Salomé, mirándola a los ojos, la besó con una profunda pasión.
—¿Cuándo tienes previsto que celebremos la boda? —interrogó ella ansiosa por ser su esposa.
—En una semana o dos semanas más tardar, esperamos tener todo listo, para sacar a las brujas de aquí.
Los siguientes días Conrado se abocó a las investigaciones sobre Imelda, el tribunal acordó por fin hacer la exhumación del cadáver de Laura, para dentro de los dos días siguientes y así obtener pruebas contundentes que pudieran demostrar la verdad detrás de su misteriosa muerte.
Mientras tanto, Salomé se ocupaba de los preparativos de la boda, emocionada por la idea de unirse en matrimonio con el hombre al que amaba.
El mismo día previsto para la exhumación, antes de Conrado salir de la casa y mientras desayunaba con Salomé, se acercó Imelda con Ninibeth, apenas la vieron, no pudieron evitar sentir su cuerpo tensarse, porque las mujeres provocaban incomodidad en ellos.
—¿Qué hacen aquí? No son bienvenidas a esta mesa mientras nosotras comemos —señaló con firmeza Conrado.
—No venimos a incomodarlos, sino a decirle que hemos decidido irnos —manifestó Imelda.
Conrado y Salomé se miraron por breves segundos a los ojos y luego dirigieron su atención al par de mujeres.
—¿En serio? ¿Y qué les hizo cambiar de opinión? Cuando durante todo este tiempo se han instalado en esta casa como si fuera suya.
Imelda suspiró profundamente.
—Nos dimos cuenta de que no éramos bienvenidas aquí, después de la muerte de Laura, ya no somos parte de su familia. Y hemos decidido irnos esta misma tarde, buscaremos otro lugar donde vivir, no queremos seguir molestando.
Conrado asintió lentamente, sin embargo, tenía la sensación de que algo estaban tramando, no podía evitar cierto temor ante su partida, se puso a pensar si sabían algo de la exhumación del cadáver de Laura y solo querían aprovecharse del momento para huir.
—Está bien, si eso es lo que quieren, por mí es perfecto, me imagino que lo hacen porque están claras que el último testamento de Laura es el correcto, eso nos ahora muchos problemas, espero que les vaya bien.
Cuando las mujeres se marcharon, Conrado dibujó una expresión de preocupación en su rostro.
—¿Qué te preocupa? ¿Acaso no estás feliz de que se vayan esas brujas?
—Por supuesto que sí, pero tengo la sensación de que esto no es lo que parece algo, no está bien, hay algo que están ocultando.
Salomé lo miró con preocupación, sabía que Conrado tenía un instinto muy agudo y si sospechaba de algo era porque realmente algo estaba sucediendo.
—Deberíamos estar pendiente para ver que sucede, quizás podamos descubrir qué se traen entre manos.
Conrado asintió y tomó la mano de Salomé.
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