EL ERROR QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS romance Capítulo 73

Kistong se quedó mirando las fotografías en silencio, tratando de procesar la información que acababa de recibir.

Graymond se sentó frente a él, con la mirada perdida en el horizonte, recordando tiempos pasados.

—Su parecido con Salomé es impresionante, lo único diferente era el color de los ojos ¿Qué pasó con ella, señor? —preguntó Kistong, con curiosidad.

Graymond suspiró, con la mirada triste.

—Me dejó por otro —pronunció con amargura.

—¿A usted lo dejaron por otro? —inquirió con escepticismo, mientras Graymond afirmaba sin titubeo, pero con una mirada angustiada—, ¡Por Dios! Si lo dejan a usted que es casi un superhombre, un superhumano, casi una divinidad, ¿Qué quedara para los simples mortales como yo? —dijo el hombre desesperanzado.

—La amaba con locura, estaba dispuesto a enfrentar a mis padres y a la humanidad entera por ella, su reputación no era buena, sin embargo, eso no me importó, lo aposté todo a ella y me traicionó —en este punto su voz se quebró—, y después de eso, quedé dañado para todas, porque no volví a confiar en otra mujer, aunque he estado con tantas que no puedo contar con mis dedos, ninguna relación ha sido seria después de Graciela Vidal.

—¿Y supo que fue de su vida? ¿Dónde se fue? —preguntó Kistong con interés.

—¿Para qué iba a buscar a una mujer que me había traicionado? Yo, nunca he dado segundas oportunidades en mi vida… soy extremo… nunca la busqué, la enterré en lo más profundo de mi ser —pronunció con una expresión nostálgica.

—Como que no la enterró muy profundo, cuando mucho le echó una tierrita, porque aún la recuerda y guarda sus fotos —dijo entre dientes Kistong y su jefe se quedó viéndolo.

—¿Dijiste algo? —interrogó posando la mirada con atención en su asistente.

—No, pero me pregunto, si no es mucha intromisión ¿La consiguió con otro? ¿Cómo fue? —como vio la seriedad en el rostro de su jefe, quiso apaciguar la situación—, lo siento si no quiere, no es necesario que me responda.

—No tengo problema en responderte —sacó unas fotos de la caja y se las lanzó en frente.

Kistong se quedó viendo, las tomó y ojeó una a una.

—¿Nunca le pidió una explicación? —interrogó.

—¿Te parece que eso necesita explicación? —respondió Graymond con una mueca de disgusto en su rostro.

—A veces es bueno pedir explicaciones, no sabe en qué circunstancias fueron tomadas esas fotografías, si ella era inocente, no lo sé, el orgullo no da respuestas, señor. Yo siendo usted hubiese investigado ¿No le causa curiosidad conocer la verdad? Puede que Salomé sea hija de Graciela e incluso cabe la posibilidad de que pueda ser su hija ¿Se imagina? —interrogó el hombre.

—Si Salomé es hija de ella, no es mi hija, porque Graciela, antes de conocerla, era una prostituta que vendía su cuerpo al mejor postor… y como se ve en esas fotos, lo siguió haciendo, creo que pasó la hora de la confidencialidad —expuso con firmeza.

—Señor y si investigamos, a lo mejor… —comenzó a decir el asistente y Graymond lo interrumpió.

—¡Ya basta Kistong! Aquí termina esta conversación, no quiero volver a escuchar sobre este tema y es mi última palabra ¡¿Entendiste?! —inquirió, pero él se quedó en silencio.

Sin embargo, el asistente no estaba dispuesto a quedarse con la duda, él necesitaba investigar lo que había ocurrido, porque luego de conocer la historia y ver que Salomé era igual a Graciela a excepción de los ojos que eran verdes como los de su jefe, la curiosidad lo mataba, por eso decidió mandar a investigar, si la muchacha no tenía ninguna relación con él, simplemente desaparecía la información que obtuviera, pero si, por el contrario, tenía algún vínculo, podía darle la noticia.

Decidido salió del radal de su jefe, tomó su teléfono y llamó al investigador.

—Necesito una investigación confidencial.

“Toda la investigación que hago para el señor Graymond Ballmer, tiene ese carácter” dijo el hombre con firmeza.

—Pero este es el doble, necesito que me investigues a una tal Graciela Vidal, nació y vivió en esta ciudad, esta información solo puede enviármela a mi correo sin copia a mi jefe, yo me encargo de entregársela a él.

“Entiendo, así será”.

Luego de eso cortó la llamada, solo esperaba que lo que acababa de hacer no le costara la cabeza, respiró profundo, aunque un poco nervioso, contando con que todo estaría bien.

En ese momento se escuchó un grito.

—¡Kistong! —exclamó su jefe y enseguida corrió hacia donde estaba.

—¡Si señor!

—Comunícame de inmediato con Salomé, ya tengo la fecha para nuestra cena, será en dos días.

De una vez el asistente cumplió la orden y una vez establecida la comunicación le pasó el teléfono.

—Salomé, buen día, espero que haya tenido un buen descanso.

“Señor Graymond vaya al grano, por favor, no estoy de buen humor, y mi día en verdad ha empezado pésimo” dijo con un suspiro.

—La llamo para decirle que fijé la cena para dentro de dos días, en el restaurante del hotel Plaza de Danoka a las ocho de la noche —hizo una pausa y agregó—, mi intención le confieso que al principio era fastidiar a su esposo, aunque también me movía el deseo de conocerla, pese a ello jamás quise causar grandes conflictos entre ustedes… anoche temía que su esposo le hubiese hecho daño de alguna manera y… —Salomé lo interrumpió.

“Por muy ofuscado que parezca, Conrado no sería capaz de hacerme daño… él prefiere alejarse para evitar la discusión, aunque a veces se le salga unas barrabasadas” expresó ella con sinceridad.

—Para que vea que no existe ninguna mala intención de mi parte, puede ir en compañía de su esposo si es su deseo, de verdad que no quiero ser el causante de ninguna disputa entre ustedes, solo quiero hablar… se parece mucho a alguien que conocí en el pasado y quisiera saber si tiene algún vínculo con ella… es toda la verdad, nos vemos en dos días.

Cortaron la llamada, y Salomé sintió una profunda curiosidad, “¿Alguien que se parece a mí? ¿Será posible que sea familia mía esa persona?”, pensó sin poder contener la emoción.

Durante mucho tiempo, se había sentido triste por no tener madre, padre, hermanos, siempre había crecido con el dolor de haber sido abandonada, y un complejo de no merecer nada se alojó por mucho tiempo en ella, haciéndose centenas de preguntas, pero principalmente había una recurrente ¿Por qué nunca la quisieron?

Luego, cuando se casó con Joaquín, ella sintió que si merecía ser amada, tuvo a su hija, y centró todos sus pensamientos en ella sin querer concentrarse en los recuerdos y las preguntas que le hacían daño, hasta que el destino le dio otra sacudida cuando terminó su relación con Joaquín.

Capítulo 73. ¿Quién es Graciela Vidal? 1

Capítulo 73. ¿Quién es Graciela Vidal? 2

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: EL ERROR QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS