El increíble papá de los trillizos romance Capítulo 204

Cuando Adriana se apresuró a ir a la cafetería para buscar a Selene, las linternas la atacaron en cuanto entró en la cafetería y no pudo abrir los ojos. Sin pensarlo, levantó la mano para bloquear las luces de sus ojos. Entonces, escuchó la voz de Selene.

—Esta es la rompe hogares, Adriana Ventura. Tómale una buena foto. Hazle zoom en la cara.

Fue entonces cuando Adriana se dio cuenta de que Selene había reunido a un grupo de periodistas para tenderle una emboscada. «Qué mujer tan astuta».

Todas las cámaras apuntaban en dirección a Adriana y los periodistas le lanzaban preguntas.

—Señorita Ventura, ¿cuál es su relación con el Señor Ferrera?

—Señorita Ventura, ¿cuándo comenzó a tener un romance con el Señor Ferrera?

—Señorita Ventura, ¿fue usted la que forzó al Señor Ferrera a divorciarse de su esposa y casarse con usted?

—Señorita Ventura, ¿por qué hizo esto?

La ira surgió desde el interior de Adriana y gruñó:

—¿Qué pruebas tiene para demostrar que yo soy una rompe hogares?

—Uno de nuestros reporteros tomó fotos de usted y el Señor Ferrera juntos en el Diamante Azul. Ambos estaban actuando en la intimidad y él incluso le tomó la mano. ¿No es así? —interrogó una reportera.

—Entonces, ¿tiene una aventura con él solo porque le tomó la mano?

Adriana se adelantó y colocó la mano de la reportera sobre la del camarógrafo que estaba a su lado.

—¿Significa esto que ahora tienes una aventura con él?

—Tú...

Sus palabras dejaron a la reportera sin palabras. Incluso el camarógrafo se quedó estupefacto.

—Señorita Ventura, ¿está diciendo que no es la amante? —preguntó otro periodista—. ¿Entonces por qué se reunió con el Señor Ferrera a solas?

—Eso tendría que preguntárselo a la Señora Ferrera.

Adriana miró a Selene con hostilidad.

—Tomó algo mío y voló al extranjero de vacaciones. Tenía prisa por recuperarlo, pero se negó a reunirse conmigo para devolvérmelo. Por eso solo pude intentar recuperarlo a través del Señor Ferrera.

—Tú...

Selene frunció el ceño.

—¡P*rra! ¿Cómo te atreves a acusarme de esto?

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