El increíble papá de los trillizos romance Capítulo 225

Además, Dante no podía matar a Simón y Amanda. En el momento en que temieran por sus vidas, revelarían todos los secretos para protegerse.

Por lo tanto, el mejor resultado para ella era evitar que Dante los interrogara en primer lugar. De esa manera, todo llegaría a su fin antes de salirse de control.

Sin embargo, esto era algo más fácil de decir que de hacer.

Justo cuando Adriana estaba sumergida con profundidad en sus pensamientos ansiosos, su teléfono sonó de nuevo. Esta vez, era un número desconocido de Nación M que terminaba con 7777.

De inmediato, Adriana lo reconoció como el número de Miguel, ya que le gustaba el número siete.

Por lo tanto, ella aceptó la llamada al instante.

—¿Hola?

—Adriana, ¿estás bien? —Miguel sonaba débil y angustiado—. Acabo de escuchar lo que te pasó. ¡Esas personas son demasiado horribles para calumniarte así!

—Estoy bien, Miguel. No te preocupes. Todo está resuelto.

Antes de que Adriana pudiera terminar su sentencia, Dante le quitó el teléfono y puso a Miguel en el altavoz.

En sus acciones abruptas, Adriana intentó recuperar su teléfono, pero él la detuvo agarrándola de la muñeca.

—¿Se ha resuelto? ¿Cómo lo resolviste? —La voz de Miguel viajó desde los altavoces—. Acabo de pedirle a mi tío que se ponga en contacto con las empresas de medios. Si es necesario, puedo ser tu testigo. Estuviste conmigo todo el tiempo anoche. Ni siquiera lo hiciste.

—No hay necesidad de molestarte, Señor Bonilla —cortó Dante las palabras de Miguel. Dante sonaba educado, pero Adriana podía escuchar su tono arrogante.

—E… Eres... —Miguel preguntó de manera tentativa—: ¿Dante?

—Incluso tu padre tiene que dirigirse a mí como el Señor Licano, pero estás llamándome por mi nombre en su lugar. Como se esperaba de un hombre audaz y joven —se burló Dante—. Señor Bonilla, escuché que está en mal estado de salud. Descanse más y recupérese pronto.

—Tú…

Miguel aún no había terminado su sentencia cuando Dante colgó la llamada.

Adriana miró con atención a Dante con una mandíbula aflojada durante un tiempo antes de que pudiera recordarse a sí misma.