—¡Deja de hacerte el tonto! —Adriana le tiró del brazo y lo miró con la preocupación marcando sus rasgos—. Fui a tu cabina y cuando dijeron que alguien había muerto, pensé que eras tú. Además, el cheque que me dieron esas tres mujeres fue cancelado. ¿Qué demonios pasó anoche?
—¡Vamos a otro sitio a hablar! —Con eso, Dante la condujo fuera por la puerta trasera.
Los guardaespaldas de esas mujeres ricas quisieron ir tras ellos, pero fueron incapacitados muy fácil por Fabián.
Una vez fuera de Encanto Nocturno, el sonido de la música heavy metal se desvaneció y el mundo volvió a quedar en silencio.
Adriana se apresuró a disculparse:
—Lo de ayer fue culpa mía. No debí haberte entregado a esas tres mujeres. ¿Qué te hicieron con exactitud?
Dante no respondió, pero hizo un gesto a sus guardaespaldas que no estaban muy lejos.
Se retiraron de inmediato al ver su señal.
»¿Sigues enfadado conmigo? No volveré a tratarte así nunca más... —Adriana lo jaló de la manga—. Gigoló, me perdonarás, ¿verdad?
—¡Dime de otra manera! —Dante frunció el ceño.
—Pues no sé cómo te llamas. —Adriana se dejó empujar por él—. ¿A dónde me llevas?
Dante hizo otra señal detrás de él, a lo que Fabián le lanzó al instante las llaves de su auto Aston Martin.
Dante la atrapó en el aire y abrió con suavidad la puerta antes de empujar a Adriana dentro.
»¿Es este tu auto? —Adriana se quedó asombrada—. Este auto tal vez cuesta decenas de millones, ¿verdad? ¿Cómo es que tienes un auto tan caro? ¿No me digas que en realidad eres un heredero rico y que has salido a trabajar a tiempo parcial como gigoló por aburrimiento?
—¿Puedes pensar como una persona normal? —Dante puso los ojos en blanco.
—¿Entonces de qué se trata? —A Adriana le picó la curiosidad—. ¿Pertenece a una clienta?
—Entonces, ¿esto significa que además de trabajar como gigoló en Encanto Nocturno, también tienes una sugar mommy? —Adriana se dio cuenta en ese momento—. No me extraña que la otra vez...
Estuvo a punto de decir que una vez lo vio dentro de un Rolls-Royce, pero por suerte se contuvo a tiempo.
—¿Cuántas sugar mommies tienes? —preguntó Adriana.
Con el Rolls-Royce y el Aston Martin en mente, Adriana hizo un cálculo mental, concluyendo que esta sugar mommy suya tal vez tenía una identidad muy extraordinaria.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El increíble papá de los trillizos