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El increíble papá de los trillizos romance Capítulo 257

—Tú…

De la nada, Dante pronunció:

—Ya que el Señor Ferrera quiere verte con locura, deberías ir.

Adriana sentía mariposas en el estómago. Miró a Dante, reflexionando sobre su intención. Tal vez quería averiguar lo que Héctor pretendía hacer. Sin embargo, Adriana quería evitar a Héctor a toda costa. ¿Y si decía tonterías o hacía alguna estupidez que diera a Dante una idea equivocada? Eso la pondría en aprietos.

—Eres todo un caballero. —Elena sonrió a Dante y luego continuó—: Por aquí, por favor. —Con una mirada reticente, Adriana no tuvo más remedio que seguir a Elena hasta el salón privado. Dante le rodeó los hombros con su brazo, mostrándose como una pareja cariñosa e íntima. Viendo a la pareja, Elena se burló—: Si mi hermano se entera de que tienes este pasatiempo, seguro se quedará boquiabierto.

—Bueno, si se entera de tu relación con Héctor, también se quedará boquiabierto —replicó Adriana.

Un destello de asombro cruzó por sus ojos, aunque fingió no saber nada.

—¿De qué estás hablando? Héctor y yo solo somos amigos. Últimamente está angustiado, se dio por vencido. Lo estoy consolando como su amiga. No hay nada de malo en eso.

Adriana levantó las cejas y se burló:

—¿Teniendo sexo en el auto?

—Tú… —De repente, Elena se quedó sin palabras ya que no lo vio venir. Pero enseguida se recompuso y pronunció en voz baja—: Es solo tu acusación sin fundamento.

El espectáculo que montó en el restaurante había sido para Adriana. No era de extrañar que Adriana descubriera la identidad de la protagonista del escándalo. En efecto, era Elena la que estaba en el auto. Sin embargo, Adriana no tenía ninguna prueba que respaldara su afirmación, por lo que seguiría siendo un rumor infundado mientras Elena lo negara.

Adriana apretó los dientes con rabia. Si no fuera por Miguel, habría expuesto al mundo la hipocresía de Elena. A Dante le importaba un bledo esa política entre mujeres. Sin embargo, no podía soportar que Adriana fuera humillada de esa manera.

—Puedo conseguirte la prueba en cualquier momento —habló.

—Adri, ¿qué… qué estás haciendo aquí? Te estuve buscando, pero…

Bajó la cabeza y no se atrevió a mirar a los ojos de Adriana aunque lo deseaba. Parecía muy apenado. Al ver eso, los ojos de Adriana se enrojecieron. Sin embargo, no se atrevió a dejar salir sus emociones delante de Dante, así que respiró hondo y habló en un tono indiferente:

—¿Por qué te rindes? ¿Por qué estás haciendo semejante espectáculo?

—¿Cómo puedes decir eso? —bramó Elena.

Dante dirigió a Elena una mirada aguda. Esta entró en pánico y dejó de hablar.

—Sí, es mi culpa. Todo es culpa mía. —Héctor se sintió muy avergonzado.

Sus palabras decían lo que pensaba y sentía en ese momento. Adriana tenía razón. Tomó la decisión equivocada al cancelar el compromiso con ella. Después, cometió otro error al casarse con Selene. Luego, otro grave error al aferrarse a Adriana. Por último, no debió haberla dejado por el beneficio de la empresa. Todo fue culpa suya en todo momento.

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