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El increíble papá de los trillizos romance Capítulo 291

Dante se quedó callado ante la observación mordaz y se alejó.

Mientras tanto, la pareja terminó por fin de interpretar la última pieza. Adriana se levantó de su asiento e hizo una reverencia al público. Se dio la vuelta en un intento de expresar su gratitud hacia el hombre misterioso, pero él ya no se encontraba en ninguna parte.

Se sintió abatida, pero no le importó. De inmediato después de la actuación, volvió al salón por Olimpia en medio de los estruendosos aplausos del público. Ella, que había estado esperando a Adriana en la entrada, saltó de alegría y dijo:

—¡Adriana! ¡Volviste! ¡Hiciste un gran trabajo! ¡Lo escuché y fue nada menos que impresionante!

—¡La última vez que toqué un piano fue hace unos años! Dejemos eso de lado y cambiémonos de inmediato —sugirió Adriana con una sonrisa brillante.

—¡Oh! ¡Sí! —Olimpia llevó a Adriana a la mampara y la ayudó a vestirse.

De repente, alguien llamó a la puerta. Unos segundos después, oyeron la suave voz de la Señorita Dorantes.

—Olivia, hay unos invitados que desean hablar contigo. Date prisa y acompáñame después de cambiarte.

La Señorita Dorantes ya no era la mala y cruel después de la actuación. Olimpia entró en pánico y susurró, pidiendo la opinión de Adriana sobre su próximo curso de acción.

—¿Qué debo hacer?

Adriana se quitó el vestido de encaje blanco y le sugirió:

—Ya que te busca, deberías acompañarla. Después de cambiarte, ponte el velo facial y finge que eres tú la que actúo en el escenario.

—¿Eh? ¡Eso no parece una gran idea porque tendré que hacerme pasar por ti! —Olimpia tenía sus dudas, pero Adriana le aseguró que todo estaría bien.

—¿No me hice pasar por ti desde hace media hora?

Adriana respondió con una sonrisa. Después de cambiarse, trajo su bolso y salió de la habitación.

Olimpia se interpuso en el camino de Adriana y la detuvo.

—¡Adriana! ¿Me das tu número de contacto? Seguro que te devolveré el favor en un futuro próximo.

—Claro. —Adriana se fue justo después de darle a Olimpia su número de contacto.

Agitó la cabeza para comprobar los alrededores del salón. Una vez que se aseguró de que no había nadie, dejó escapar un suspiro de alivio. Adriana se había puesto de nuevo el vestido de noche blanco lechoso que la dejaba al descubierto. La pianista de aspecto inocente y elegante ya no aparecía por ninguna parte.

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