«Esos cuantos restaurantes están entre los más famosos de Ciudad H y hay que reservar con medio mes de antelación. ¿Cómo es posible conseguir todo eso en sólo media hora? Es obvio que lo está haciendo para molestarme».
»Por cierto... —Fabián se dio la vuelta para añadir—: Si no los consigue en media hora, prepárese para ser trasladada al departamento de limpieza.
Adriana sintió el impulso de apretar los puños y gritar: «¡Renuncio!».
Justo cuando sus labios se movieron, las palabras se atascaron en su garganta.
En ese momento, Dante había entrado en el ascensor. Cuando se dio la vuelta, le sonrió de manera diabólica.
—Yo... —Antes de que pudiera decir nada, la puerta del ascensor se cerró.
Cerrando los ojos con fuerza y apretando los dientes, se gritó a sí misma por ser inútil.
—¡Adriana, Adriana! —La voz de David rompió su hilo de pensamiento—. ¿Estás bien?
—Estoy bien. —Adriana tenía ganas de llorar—. Debería haberme callado. ¿Por qué me ofrecí a ir por el desayuno del Diablo?
—¿El Diablo? ¿Te refieres al Señor Licano? —David se puso nervioso de inmediato—. Que nadie te atrape diciendo eso o estarás acabada. La próxima vez, no deberías llamarlo así.
—¿Y ahora qué hago? —Adriana estaba al borde de las lágrimas—. Comprar todos esos artículos en media hora es imposible.
—Ni siquiera había oído hablar de esas cosas. —David la miró con simpatía—. No he estado antes en lugares de tan alto nivel. Casi siempre comemos en el restaurante del piso siete.
—¿Hay un comedor en el séptimo piso? —Adriana se sorprendió—. Antes de esto, sólo comía en el del piso veintiuno.
—El restaurante del séptimo piso sirve comida local, mientras que el del vigésimo primero sirve cocina internacional. La mayoría del personal de cuello blanco como tú acude al piso veintiuno mientras que los trabajadores de cuello azul como nosotros vamos al séptimo...
—Ya sé que hacer. —Adriana se apresuró a entrar en el ascensor porque sabía que no había tiempo que perder. Después de todo, sólo tenía media hora.
Cuando llegó al restaurante del séptimo piso, pidió al cocinero que preparara pizzas, bocadillos de carne y algunas otras cosas. Después de eso, fue al piso veintiuno a conseguir café.
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