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El increíble papá de los trillizos romance Capítulo 85

—Este es el baño de damas. ¿Por qué iba a estar su marido ahí? —respondió Renata con amabilidad.

—Ya que es el baño de mujeres, ¿por qué no se me permite entrar? —Selene le devolvió la pregunta a Renata.

—La Señorita Ventura está herida y no debe ser molestada. Puede entrar cuando ella salga.

Renata no quería dejar entrar a Amanda y a Selene por miedo a que se metieran con Adriana, así que les impidió entrar al baño.

—Selene, regresemos ya. No deberíamos armar un escándalo en un evento como este…

Amanda intentó persuadir a su hija de dejar pasar este asunto, pero sus palabras cayeron en oídos sordos. Una vez que supo que Adriana también estaba dentro del baño, se agitó aún más…

—¡Lo sabía! ¡Esa p*ta de Adriana está intentando seducir a mi amado otra vez! —Selene trató de entrar por la fuerza, mientras gritaba—: ¡Apártate de mi camino!

—¡Por favor, tenga respeto por usted misma! —Renata lanzó una mirada aguda y fría a la histérica mujer.

—¡Una sirvienta como tú no tiene ningún derecho a hablarme! —dijo Selene en tono arrogante, mientras extendía la mano con la intención de apartar a Renata.

Sin embargo, Renata agarró su mano a toda velocidad y la empujó.

La mujer se tambaleó y casi cayó al suelo. Por suerte, Amanda alcanzó a agarrar a Selene a tiempo, evitando que se cayera.

Pero esta acabó torciéndose el tobillo y su cara se puso pálida. Furiosa, gritó:

»¡Maldita p*rra! ¿Cómo te atreves empujarme? ¿Sabes quién es mi marido?

—¿Por qué iba a importarme quién es su marido? Si continúa haciendo un escándalo aquí, no me culpe por ser dura —gritó Renata.

—¿Quién eres tú con exactitud? ¡Qué p*rra tan arrogante!

Amanda no pudo evitar sentirse agitada también al ver cómo su hija estaba herida. Se abalanzó hacia adelante, a punto de golpear a Renata. Esta última entrecerró los ojos peligrosamente, mientras se preparaba para hacer un movimiento para defenderse…

—¡Detente! —gritó alguien.

Amanda y Selene detuvieron sus acciones de manera brusca. Justo en ese momento, Héctor salió del baño de caballeros y frunció el ceño hacia su mujer.

»¿Qué clase de problema estás provocando otra vez?

—Héctor, ¿tienes una cita con Adriana…?

—No hablemos primero de ese asunto —interrumpió Amanda y señaló a Renata—. ¡Héctor, esta mujer ha intentado golpear a Selene hace un momento!

Héctor se dio la vuelta para mirar a Renata, pero no la reprendió por nada. En vez de eso, se inclinó y se disculpó:

El hombre le indicó que mirara detrás, señalando con la barbilla.

Renata se dio la vuelta y se dio cuenta de que Adriana ya había salido del baño de damas y estaba presenciando la escena junto a la puerta. La doctora se acercó a toda velocidad a la mujer y la apoyó.

—Siento mucho que mi mujer lo haya molestado Señor Licano. Cuando volvamos, en definitiva, le enseñaré… algunos modales adecuados.

Cuando Héctor estaba en medio de sus disculpas, Renata y Adriana se acercaron al lado de Dante. Héctor se detuvo un momento mientras miraba a Adriana con una mezcla de emociones que se agitaban en sus ojos, pero, rápido desvió su mirada.

»Señor Licano, lo de hace un momento ha sido un malentendido. Todos hemos tenido una confusión.

Interpretando bien la situación, Amanda aclaró de inmediato con una sonrisa:

—No sabíamos que esta… —Señaló a Renata antes de continuar—: Dama trabajara para usted. —En el siguiente instante, Amanda bajó la cabeza en dirección a Renata y se disculpó—: Doctora Laporte, lo sentimos mucho. La hemos ofendido sin saber quién es usted. Por favor, ¡acepte mis sinceras disculpas!

—Mamá… —Selene temblaba de coraje.

Al ver que Amanda se rebajaba disculparse en tal situación, Adriana no pudo evitar aplaudir a la mujer, en silencio en su corazón.

«Esta mujer sí que sabe cuándo ceder. ¡Con esta cualidad, no sería de extrañar que consiguiera grandes cosas!».

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