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El increíble papá de los trillizos romance Capítulo 88

—Diez millones, ¡el Señor Ferrera hizo su oferta de diez millones!… —anunció el presentador.

—Once millones, ¡el Señor Camacho ha hecho una oferta de once millones!

—Trece millones, ¡el Señor Zarco ha hecho una oferta de trece millones!…

Adriana se dio la vuelta y miró a los invitados. El ambiente de la puja era intenso, todos los empresarios presentes estaban haciendo sus ofertas de manera activa.

Aunque había una distancia entre ella y las piedras preciosas, Adriana podía decir que eran muy valiosas…

—¿Pertenecen a la realeza de la Nación F? —Aunque no era una experta, podía reconocer la autenticidad de esas gemas.

—¿Cómo pudiste saberlo? —preguntó Dante.

—A partir de las imágenes ampliadas en la pantalla, podemos ver que los grabados de platino, en los lados de las piedras preciosas, son simbólicos de la realeza de la Nación F… —Examinó a detalle mientras formulaba—: A juzgar por el trabajo manual, debieron haber sido elaborados por un artesano de la realeza de la Nación F durante tiempos ancestrales. Por lo tanto, estoy bastante segura de que estas joyas son preciados tesoros de la realeza de la Nación F.

—¡Bien! ¡Parece que no eres tan ignorante después de todo! —El hombre elogió a la mujer con una mirada de admiración en sus ojos.

—Sé un poco sobre el tema, sobre todo porque este collar se parece mucho al que había vendido —suspiró Adriana—. Parece que son de la misma colección. Solo que el mío es un collar de zafiros en lugar de uno de rubíes…

—¿Te refieres al «Corazón del Océano»? —Dante parecía un poco sorprendido.

—Sí, se llamaba el Corazón del Océano —asintió Adriana—. ¿Ha escuchado hablar de él?

—¿Cómo obtuviste ese collar?

—Me lo regaló mi papá. Pudo haberlo obtenido en una subasta en el extranjero —respondió ella con indiferencia—. Lo vendí por un millón doscientos mil hace cuatro años, ¡cuando estaba a punto de quedarme en la miseria, ya que se me estaban acabando las opciones!

Dante se quedó sin palabras al oír eso.

»¿Qué sucede? —preguntó Adriana.

Ignorándola, Dante hizo una señal a Fabián, que estaba sentado a su lado. Casi de inmediato, este levantó su paleta de oferta y gritó:

—¡Treinta millones!

De repente, el ambiente en la sala se puso tenso. Cuando el resto de los invitados vieron que Dante también estaba interesado en el objeto, no se atrevieron a subir más la puja.

Simón frunció el ceño. Era muy consciente de que Héctor lo hacía por su dignidad y su orgullo como hombre.

Adriana se dio la vuelta de modo instintivo, después de escuchar la oferta de los Ferrera y se encontró con la insondable mirada de Héctor.

Una oleada de emociones surgió dentro de Héctor al mirarla. Estaría dispuesto a gastar treinta y un millones solo para que ella le echara una mirada…

—¿Qué está mirando esa p*ta? —Selene miró de frente a Adriana.

Esta retrajo su mirada y justo cuando iba a decirle a Dante que dejara de pujar, Fabián levantó de repente su paleta y exclamó:

—¡Cien millones!

—¡Guau!… —todo el mundo jadeó conmocionado.

El resto de los invitados se quedaron atónitos. Una declaración así era lo que se esperaba de Dante Licano. Una vez que el hombre tenía su mente puesta en algo, los demás no tenían ninguna oportunidad.

Por eso, aunque Héctor tuviera cien millones, no se atrevió a subir más la oferta.

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