El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 145

¿Estás completamente seguro?

La última vez visitaron tres o cuatro lugares y también aseguraron que no habría error. ¿Y el resultado? ¡Ni una sombra de Ángeles!

Vicente dirigió una mirada fría a su subordinado y, con un tono sombrío, preguntó: —¿Estás seguro?

—¡Segurísimo!

Afirmó el subordinado con un movimiento enérgico de cabeza, añadiendo rápidamente: —Esta vez se trata de un entrenamiento colectivo organizado por la escuela. La señorita Ángeles está en la lista de participantes, no puede escaparse.

—Bien, vámonos.

En el trayecto de cambiar del jet privado al helicóptero, el subordinado que seguía de cerca a Vicente revisó su celular y, con tono respetuoso, informó: —Señor Vicente, es un mensaje de la señorita Berenice. Dice que quiere verlo.

Al escuchar el nombre de Berenice, los demás subordinados que estaban cerca no se atrevieron a emitir sonido alguno. Solo intercambiaron miradas discretas, observando la expresión de Vicente.

Tal como esperaban, el rostro de Vicente se oscureció al instante, y un aura gélida y amenazante se hizo aún más evidente a su alrededor.

Después de aquella noche en el hotel, ya había cumplido con lo que él consideraba una compensación. Por petición de Berenice, invirtió una enorme cantidad de recursos para catapultar a esa actriz casi desconocida al estrellato.

Los papeles que deseaba, él se los consiguió.

Las conexiones que necesitaba, él se las proporcionó.

Incluso los premios y la atención masiva que anhelaba, también se los otorgó.

Gracias a una operación de marketing de millones de dólares y el uso de una red de contactos incomparable, Berenice logró un ascenso meteórico, acumulando seguidores y una popularidad sin precedentes.

Solo quedaba esperar que se emitieran un par de producciones importantes en las que había conseguido papeles protagónicos para asegurar su lugar como una estrella de primera línea.

Eso era, a su parecer, una compensación justa por lo que ocurrió aquella noche, cuando perdió el control y todo se salió de su cauce...

Vicente se acomodó en el helicóptero, visiblemente molesto, y dijo con frialdad: —Que diga lo que necesite, tú encárgate. No me molestes con eso.

¿Reunirse con ella? No era posible.

Desde esa noche, no la había vuelto a ver. Cualquier asunto o solicitud de ayuda de parte de Berenice siempre era gestionada por sus subordinados.

Vicente descendió del helicóptero con pasos firmes y decididos. El pueblo no era grande, por lo que encontrar a una persona como Ángeles no parecía ser una tarea complicada.

Siempre y cuando no intentara escapar.

Vicente soltó una risa fría, y en sus ojos rasgados brillaba un peligroso destello.

Uno de sus subordinados se apresuró a adelantarse para guiarlo, mientras decía: —Señor Vicente, he investigado toda la información sobre la señorita Ángeles. Creció en este pueblo hasta los nueve años. Aquí tiene un pariente cercano al que visita con frecuencia, alguien de apellido Ramírez. Podemos empezar buscándola en la casa de la familia Ramírez.

Eran las 4:30 de la madrugada, y no faltaba mucho para el amanecer.

Diez minutos después, Vicente se encontraba frente al patio de la casa de la familia Ramírez.

El patio estaba rodeado por una simple cerca de madera, que en realidad no servía como barrera.

En los pueblos, la mayoría de las casas tenían perros, y la abuela Alzira no era una excepción. Sin embargo, su perro era pequeño, con un cuerpo regordete por la buena alimentación, pero con un gran espíritu de guardián. En cuanto detectó a extraños, comenzó a ladrar sin cesar:

—¡Guau, guau, guau!