El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 170

La ladera de la montaña estaba particularmente concurrida, repleta de personas por doquier. Las luminarias de las linternas parpadeaban incesantemente, iluminando los alrededores con nitidez.

Cuando finalmente llegó al sitio, Oscar logró recabar información más precisa de los propios habitantes del lugar.

¡El responsable del ataque a Ángeles resultó ser Rubén, el hermano de su anterior familia!

Según los residentes que conocían a su familia, Rubén siempre había sido un individuo de dudosa reputación: un delincuente y sinvergüenza constantemente involucrado en problemas.

No obstante, Oscar sintió que algo no encajaba completamente en toda esta situación.

Ángeles ya había sido devuelta a la familia más adinerada, la familia Castro. Su verdadera identidad había sido revelada y reconocida oficialmente por sus padres biológicos. Rubén incluso había extorsionado una considerable suma de dinero a los Castro, un hecho que se había propagado rápidamente por toda Ciudad de la Luz de la Luna. Por supuesto, Oscar también había escuchado estos rumores.

Pero ahora, ¿qué motivación tendría Rubén para agredir a Ángeles? ¿Una simple venganza? ¿No temía que Rafael y Nancy tomaran represalias contra él, respondiendo con una fuerza cien o mil veces mayor?

Oscar decidió investigar más sobre la situación actual de Rubén: su paradero y si ya lo habían capturado.

Los aldeanos de Villa de los Cielos, despreocupados como siempre, respondieron sin rodeos: —Sí, lo capturaron, pero está gravemente herido, inconsciente. Nuestro jefe del pueblo no desea complicaciones mayores, así que envió a algunas personas para que lo trasladaran al hospital más cercano. A estas alturas ya debería haber llegado.

—Si logran salvarlo, nuestro jefe del pueblo también ha asignado a un par de personas para que lo vigilen. No hay riesgo de que escape. Y si no logran salvarlo... bueno, sería el destino que él mismo se buscó.

Tenían pruebas y al culpable en su poder. Aunque más adelante tuvieran que condenar a Rubén, primero era necesario salvarle la vida para que pudiera ser juzgado.

Oscar asintió mientras dirigía su mirada hacia el caudaloso río bajo sus pies. Su ceño estaba fruncido, y su corazón rebosaba de emociones encontradas.

El incidente de Ángeles significaba que no podría cumplir con la tarea que su abuelo le había encomendado. Pero, al mismo tiempo, eso le evitaba verse obligado a tener algún tipo de relación con Ángeles o, peor aún, casarse con ella.

Sin embargo, y para su sorpresa, había algo que no lo dejaba tranquilo.

Siendo así, lo mejor sería cortar el problema de raíz.

Después de todo, Rubén ya había cumplido con su propósito. Por lo tanto, no debía seguir con vida.

Paula respiró hondo, tranquilizándose mientras se convencía de su decisión. Se alejó discretamente hacia un rincón donde nadie pudiera verla y sacó su teléfono para contactar a alguien que "resolviera" este gran problema.

Pero la señal en la montaña era débil e intermitente. Intentó varias veces hacer la llamada, pero todas fallaron.

Paula estaba empezando a desesperarse cuando, para colmo, Oscar recordó su presencia y se dirigió hacia ella. Sin más remedio, guardó rápidamente el teléfono en su bolsillo y fingió estar limpiándose las lágrimas, como si estuviera afectada por la desgracia de Ángeles.

Oscar, sin notar nada extraño, trató de consolarla: —Paula, no llores más. Las cosas aún no han llegado al peor escenario. Quizás todavía haya esperanza.

Paula, con los ojos llenos de lágrimas, de repente se aferró al torso de Oscar, apoyando su rostro en su pecho mientras sollozaba: —¡Oscar! No sé cómo voy a explicarle esto a mis padres... Ojalá la que estuviera en problemas fuera yo. Así tal vez ellos se sentirían un poco menos destrozados...