El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 229

Los eventos de esta noche están estrechamente interconectados.

Primero fue Marisela quien irrumpió en Casa Castro con los periodistas, lanzando una noticia bomba frente a todos los invitados, ¡dejándolos completamente desprevenidos!

Luego, ¡el Capitán José llegó con su gente de inmediato!

Sin darles tiempo a reaccionar ni oportunidad de remediar la situación, el veredicto fue dictado y Paula fue llevada.

¡Todo sucedió de manera fluida!

Como si hubiera sido planeado con antelación, con un esquema premeditado.

¡Nancy definitivamente no cree que esto haya sido ideado por Marisela, una simple criada cuyas habilidades se limitan a cocinar y limpiar! ¿Cómo podría tener tal astucia y un enfoque tan resuelto desde el principio?

¡Definitivamente alguien la instruyó desde las sombras!

Nancy dijo con voz severa: —Dime, ¿quién fue?

Marisela, con una sonrisa enigmática y moviendo lentamente su mirada hacia Ángeles, reveló una expresión de satisfacción antes de responder: —Fue ella, ¡tu otra querida hija!

Ángeles realmente la ayudó, y fue precisamente el consejo de Ángeles lo que permitió a Marisela llevar a cabo su plan con tanta fluidez y hacer que Paula, la asesina, recibiera el castigo que merecía.

¡Pero!

Marisela también resentía, odiaba a Ángeles por poder manipular a Paula de esa manera. ¿Podría ser que la muerte de su Adalberto también fuera un cálculo de Ángeles?

La odiaba aún más porque Ángeles tenía un video que, de haber querido, podría haber usado para prevenir y salvar a Adalberto, pero en lugar de eso, eligió ser una espectadora, viendo a Adalberto morir a manos de Paula.

Así que...

Tanto la Paula que asesinó y desechó un cuerpo, como la Ángeles que observó fríamente, ninguna será perdonada por Marisela.

Marisela la cara llena de la satisfacción de una venganza consumada.

Nancy, al escuchar estas palabras, sintió mucha rabia y con un rápido movimiento, ¡le propinó una bofetada a Ángeles!

Estas eran las únicas pertenencias que le quedaban allí.

Ángeles se dio la vuelta y se marchó sin detenerse ni mirar atrás.

Abelardo intentó seguirla, pero fue detenido por la voz imperativa y severa de Nancy: —¡Detente, no vayas!

—Madre...

El corazón de Abelardo se ensimismo más y más al notar que Rafael tampoco intentaba detenerlo, su corazón se hundió aún más, y sus pasos vacilaron antes de detenerse por completo.

Lo que Ángeles había hecho esta vez realmente había sido demasiado.

Quería suprimir a Paula, pero terminó despreciando la dignidad de toda la familia Castro.

No era de extrañar que sus padres estuvieran enfadados.

Abelardo se sentía impotente y frustrado; al girarse, su mirada se posó accidentalmente en el collar de cisne negro que originalmente había regalado a Paula, quien lo rechazó, y que al final tuvo que dárselo a Ángeles.