El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 231

Si el dinero no puede mover a una persona, definitivamente es porque no se ha dado suficiente.

Rafael entiende bien este principio, y realmente no le falta dinero, ¡siete millones de dólares no son nada si eso ayuda a alcanzar su objetivo!

Marisela, al principio no reaccionó, pero después quedó completamente conmovida.

Siete millones de dólares.

Suficiente para vivir sin preocupaciones el resto de su vida.

Pero, ¿por qué había hecho todo eso? ¿Se pueden comprar una vida y la venganza por Adalberto con siete millones de dólares? ¿No era para vengar a Adalberto por lo que estaba haciendo todo esto?

Rafael, calmadamente, tomó un sorbo de agua y dijo: —Marisela, has trabajado en mi casa durante muchos años, deberías saber qué tipo de persona soy.

Si ella acepta el dinero y firma el acuerdo, todo se resolverá.

Si no acepta el dinero y no firma, también está bien.

Después de todo, él tiene dinero y contactos, hay muchas maneras de rescatar a Paula.

Las emociones reprimidas de Marisela finalmente se liberaron, y después de un rato, con voz ronca, dijo: —Estoy totalmente de acuerdo.

...

La noche es fresca como el agua, la larga calle sigue llena de vehículos, y los neones brillan deslumbrantes.

Un automóvil de lujo de un millón de dólares da un par de vueltas en la carretera, y la ira de Vicente casi no puede contenerse, mirando a su subordinado y preguntando: —¿Todavía no la han encontrado?

—¡Hay noticias, ya hay noticias!

El subordinado, mirando el último mensaje que había recibido, dijo con alegría: —Señor Vicente, según el monitoreo de las cámaras de la calle, hemos rastreado el paradero de la señorita Ángeles, ella caminó fuera de la casa de los Castro y tomó un taxi hacia el centro de la ciudad...

Cuando encuentran a Ángeles, ella está en la azotea más alta de un edificio en el centro de la ciudad.

Este edificio se llama Campanario, es el edificio más alto y emblemático de la Ciudad de la Luz de la Luna, un enorme reloj está tallado en el cuerpo del edificio, y la azotea, un excelente mirador, ofrece una vista panorámica de la bulliciosa ciudad.

Cuando Vicente llega a la azotea, lo primero que ve es a una joven recostada en una tumbona en el centro de la azotea, con las piernas elevadas, comiendo un pequeño pastelito a mordiscos.

Se ve muy relajada.

Ángeles mantenía una expresión serena, incluso sonriente, como si solo estuviera bromeando. De repente, Vicente extendió su mano, cubriendo sus ojos.

Todo se volvió oscuro.

Solo podía sentir la palma cálida y seca de Vicente sobre su frente y párpados.

Ángeles parpadeó, confundida.

Vicente, con la cabeza inclinada, observaba la coronilla de Ángeles, sintiendo sus largas pestañas rozar la palma de su mano, provocándole cosquillas.

Justo cuando Ángeles iba a apartar su mano, escuchó la voz profunda de Vicente desde arriba.

—No te fuerces a sonreír si no quieres.

Los ojos son la ventana del alma, y los ojos de Ángeles parecían hablar. A través de ellos, Vicente pudo ver el dolor oculto detrás de su sonrisa aparentemente despreocupada.

Instintivamente, Vicente extendió la mano, queriendo aliviar el dolor de Ángeles.