El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 241

—Entonces, elegiré el número más pequeño.

Oscar claramente quería oponerse a Ángeles.

Si ella elegía un número grande, ¡él elegiría uno pequeño!

Los ricos que conocían bien a Oscar se reían con desdén, también lanzaban sus fichas sin preocuparse por el dinero; solo querían ver qué haría Ángeles si perdía.

Era simplemente una forma de burlarse de ella, querían verla llorar.

Así que también eligieron el número pequeño siguiendo a Oscar.

¡Suena la campana, las apuestas se detienen!

Se levanta la cubierta exterior, tres dados muestran un cuatro y dos cincos, ¡número grande!

¡Ángeles gana!

Las fichas frente a ella aumentaron de repente, Ángeles mira a Oscar de manera provocativa, —¿Te atreves a seguir jugando?

—¿Por qué no?

Oscar resopla, esto es solo la primera ronda, fue solo suerte que ella adivinara.

En la nueva ronda, Ángeles apuesta primero, y otra vez elige un número grande.

¡Parece que quiere enfrentarse a él hasta el final!

Oscar se contiene, sin vacilar elige el número pequeño.

Los otros ricos, aunque sorprendidos por la suerte de Ángeles en la ronda anterior, no creen que pueda seguir teniendo tanta suerte, también eligen un número pequeño.

El resultado, irónicamente, es igual que antes, ¡número grande!

Ángeles gana de nuevo.

Ángeles sonríe, se siente bien.

Oscar la desafía, —Son solo dos rondas de juego, aún es temprano, ¡no te sientas tan complacida!

—Entonces intentémoslo, si te atreves sigue apostando contra mí.

Ángeles levanta una ceja, provocándolo a propósito.

Oscar pasó de la indiferencia inicial a la sorpresa, luego al estupor, y finalmente se volvió gradualmente insensible.

¡La suerte de Ángeles era aterradora!

—¡Imposible, esto no puede ser posible!

Un rico gritó con incredulidad, —¿Has hecho trampa?

No hizo falta que Ángeles respondiera, el personal encargado de lanzar los dados habló, —Los clientes que vienen aquí saben que en nuestra "La Casa de la Fortuna" las mesas de juego jamás hacen trampa.

Ángeles decidió no seguir jugando, pues atraía demasiada atención. Después de cambiar todas esas fichas por dinero, ¡había ganado más de seiscientos mil dólares!

La mayoría de ese dinero venía de Oscar.

¿Qué podía hacer si tenía tanto dinero?

Ángeles creía que todavía tenía principios, no se aprovechaba de apostar solo con él.

Ángeles no era codiciosa y estaba lista para irse, pero Oscar no lo aceptó, insistió en continuar apostando contra ella con una actitud que no la dejaría ir si ella no accedía.

Ángeles, incapaz de ganar la discusión, simplemente se sentó, —Ya que insistes en apostar conmigo, te complaceré.