El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 321

También es posible.

Vicente aceptó con un leve sonido, presionándose las sienes que palpitaban con fuerza, y desabrochó de manera casual dos botones de su camisa. Su expresión permaneció inalterable, pero no podía sofocar la irritación que ardía dentro de él.

Marco ya no se atrevía a hacer más bromas y, sin dudarlo dos veces, volvió a visitar a la familia Vargas.

Gonzalo aún no había sido enterrado, y en la familia Vargas todo era un ambiente de luto sombrío.

Como médico de gran renombre, Gonzalo había obtenido respeto y admiración. En su juventud, era conocido por salvar vidas con su excepcional maestría en el manejo de agujas de plata y por quitar vidas con venenos letales. Había sido una figura destacada y respetada.

Incluso las familias aristocráticas le rendían absoluto tributo y le ofrecían el respeto que merecía.

Por ello, muchas personas acudieron para ofrecer sus condolencias.

Marco buscó desesperado por todas partes, pero no encontró a Ángeles.

Sin alternativa, Marco decidió buscar a Nancy, esperando obtener información sobre el paradero de Ángeles.

Después de todo, era su madre, ¿no es así? Al menos debía tener una idea de dónde podría estar.

Sin embargo, apenas mencionó el nombre de Ángeles, Nancy lo interrumpió con rabia:

—Esa hija ingrata ya no tiene nada que ver con nuestra familia Castro. No sé dónde está ni me interesa saberlo.

Las palabras que Marco tenía preparadas para ese momento se le quedaron atascadas en la garganta.

Por un instante, sintió lástima por Ángeles.

Ni siquiera su propia madre se preocupaba por su bienestar. Si en serio le pasara algo grave, ¿quién iría siquiera a buscar su cuerpo?

Marco intentó localizar a Rafael.

Pero obtuvo con tristeza el mismo resultado.

En los ojos de Rafael había una mezcla evidente de decepción y resignación. Sacudió despreocupado la cabeza y comentó:—Esa hija mía tiene un corazón frío e insensible. No importa cuánto la cuides, nunca lo agradecerá.

—...

Abelardo tampoco parecía preocuparse mucho por el bienestar de Ángeles.

Marco no pudo evitar preguntar: —¿Esa familia no quiere acaso a Ángeles?

—No es que no la queramos, es que estamos decepcionados.

Abelardo negó, como si hablara para sí mismo: —Ella no parece una Castro. Su mente es demasiado calculadora.

Recuerda aquella vez en el café, cuando Ángeles habló con franqueza, casi como si estuviera confesándose. Con una expresión bastante tranquila y un tono sereno, describió con detalle cómo había planeado meticulosamente la ruina de Paula.

Ángeles dijo: Ver a Paula arruinada, despreciada por todos, eso es lo que quiero.

Y definitivamente lo logró.

También mencionó: La muerte del conductor Adalberto no tuvo nada que ver conmigo, pero en cuanto supe la causa de su muerte, cambié de plan casi de inmediato. Usé el fatídico incidente y lo convertí en un arma.

Y también lo logró.