El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 362

Resumo de Capítulo 362 : El Regreso de la Heredera Coronada

Resumo de Capítulo 362 – Capítulo essencial de El Regreso de la Heredera Coronada por Internet

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Finalmente, fue el mayor de los cuatro, el más sereno de todos, quien tomó la palabra: —Dejen de preocuparse. Las decisiones del señor Emilio rara vez cambian. Lo que debemos hacer en este momento es prestar más atención y reforzar nuestras medidas de protección.

—Mientras aseguremos la seguridad de la señorita Ángeles, resolver o no el tema de la Magia negra no será un gran problema.

—¡Exacto, así lo haremos!

Recordaron aquella noche en la que se enfrentaron a diecisiete asesinos y la increíble destreza de combate que Ángeles había demostrado con sus agiles movimientos letales. Eso les daba cierta tranquilidad.

Incluso si se presentaba una situación similar, sabían que podrían manejarla con facilidad.

El subordinado disfrazado de personal de limpieza aceptó y comentó: —Mientras no nos enfrentemos a uno de esos asesinos que saben usar rifles de francotirador para ataques furtivos, todo realmente estará bajo control.

—...

Los otros tres se miraron entre sí y, al mismo tiempo, le dieron una patada: —¡Cállate, cierra tu maldita boca!

El subordinado, todavía en el suelo y frotándose el trasero con cara de indignación, protestó: —¡No es que quiera ponérselas difíciles! Tan solo digo la verdad...

—¡Cállate pendejo!

Las venas en las frentes de los tres parecían a punto de estallar. Incluso sentían cómo el sudor frío recorría sus espaldas.

Enfrentarse a asesinos cara a cara, al menos, era algo que podían manejar; el enemigo estaba siempre a la vista, las peleas eran directas, y cada uno dependía de su habilidad.

Pero si realmente apareciera un asesino con rifle de francotirador, alguien escondido en la oscuridad que necesitara solo una bala, no habría forma alguna de defenderse.

Si Ángeles fuera asesinada, el efecto de la Magia negra significaría también la muerte segura del señor Emilio.

—Anastasio tiene razón. No podemos bajar en este momento la guardia. En combate cuerpo a cuerpo, la señorita Ángeles puede defenderse sola. Nosotros debemos permanecer ocultos y asegurarnos de inspeccionar muy bien todas las posiciones estratégicas que podrían ser usadas por un francotirador. Así podremos garantizar que no ocurra ningún accidente.

—¡De acuerdo!

Los cuatro ajustaron cuidadosos su estrategia de protección y, de inmediato, abandonaron sus disfraces actuales para adoptar una nueva identidad y permanecer ocultos.

Casi al mismo tiempo, a la Luz de Luna llegó un hombre apodado El Calvo Asesino.

El Calvo Asesino llevaba un delicado estuche de guitarra a la espalda, mientras fumaba con tranquilidad mientras caminaba erguido por la calle.

A simple vista, no parecía diferente de cualquier otra persona. Sin embargo, bajo la visera de su gorra, sus profundos ojos reflejaban una frialdad inusual y una feroz determinación.

Cuando abrió la puerta, creyó que quienquiera que estuviera allí debía ser un verdadero idiota por haber interrumpido su sueño. Con voz irritada y malhumorada, gritó: —¿Quién demonios eres? ¿Por qué estás golpeando mi puerta como loco? ¿Quieres acaso morir?

Un segundo después, una patada lo lanzó al interior del apartamento.

El Calvo Asesino entró tranquilamente, cerró de un golpe la puerta tras de sí y la aseguró con el seguro.

Salvador, tumbado como un perro en el suelo con el vientre adolorido, tardó varios segundos en reaccionar. Pensó que quien había llegado debía ser algún pariente de Beatriz o alguien que venía a defenderla.

Sin dudarlo, gritó furioso:—¿Qué relación tienes con esa perra de Beatriz? ¿Te envió ella? ¡Sigue soñando! Te lo digo de una vez por todas: mientras yo viva, o mientras ella viva, seguiré persiguiéndola toda la vida.

El Calvo Asesino lo ignoró por completo, como si estuviera en su propia casa. Colocó cuidadoso el estuche de guitarra sobre la mesa y abrió los cierres.

—¡Maldita sea!

Al ver que lo ignoraban, Salvador mostró una expresión siniestra. Agarró lo primero que encontró a su lado y lo lanzó directamente hacia El Calvo Asesino.

En ese momento, los cierres del estuche se abrieron por completo.

Adentro había un rifle de francotirador.

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