El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 369

¿Por qué lo hizo?

Belén no podía entenderlo. ¡Quería ir ahora mismo con estas pruebas y enfrentar con firmeza a Vicente para obtener una explicación clara!

Pero sabía muy bien que Vicente ya había destruido estas pistas precisamente porque no quería que otros las descubrieran.

Aunque lo enfrentara, no obtendría la respuesta que ella buscaba.

Entonces... ¿y si se lo contaba a Lourdes?

Si Lourdes hacía un escándalo, Vicente seguramente tendría que tomar en cuenta la opinión de su hermana.

No, eso en realidad no era una opción.

Belén descartó rápidamente esa fugaz idea.

Lourdes estaba cuidando con esmero su embarazo y no podía soportar ningún tipo de impacto emocional. Si algo le sucedía al bebé en su vientre, como la persona que desvelara este asunto, Belén también estaría en graves problemas.

Lo más importante de todo era que los hermanos Pérez tenían un vínculo muy estrecho. Incluso si Lourdes se enteraba de esto, bastaría solamente con que Vicente inventara cualquier excusa para que Lourdes le creyera.

Parecía que no podía confiar en nadie.

¡Tendría que encargarse de todo por su cuenta!

Belén apretó con fuerza los papeles que sostenía en la mano. Sus ojos reflejaban un odio intenso y ardiente.

—Rafael, la familia Castro...

Belén murmuró el nombre en voz baja una y otra vez mientras su mente trabajaba con rapidez. al instante comenzó a buscar en Internet información sobre Rafael.

Con base en lo que había averiguado hasta ahora, aunque la familia Castro ya no era la más rica de Luz de Luna, su riqueza y estatus seguían siendo formidables.

Si quería destruir a su oponente, primero tendría que derribarlo de su majestuoso pedestal.

Belén navegó rápidamente por las noticias relacionadas con la familia Castro y, por supuesto, descubrió la razón por la cual habían perdido su posición como la familia más rica de Luz de Luna. Todo fue por proteger simplemente a una hija adoptiva que resultó ser una miserable asesina...

Esto, sin duda alguna, era un punto débil que podía explotarse.

El agente inmobiliario no podía ocultar su inmensa alegría; su sonrisa casi llegaba hasta la nuca. Se mostró extremadamente servicial, acompañándola en todo momento. Incluso, antes de despedirse, la escoltó hasta la entrada del edificio donde Ángeles alquilaba y sostuvo diligente el paraguas para protegerla del sol mientras la ayudaba a entrar.

Ángeles subió al piso donde vivía y tocó la puerta del 702, donde vivía Beatriz. Nadie respondió en ese momento; parecía que no estaba en casa. Entonces, decidió llamarla por teléfono.

Del otro lado, el ruido era ensordecedor, claramente estaba en un mercado.

Ángeles, tranquila sentada en su apartamento con un vaso de agua en la mano, preguntó: —¿Cuándo regresas?

—¡Enseguida! Cocina arroz y haz unos cuantos platillos, y cuando llegue brindamos con una copa.

Beatriz al instante se dio la vuelta al ver un puesto y, de repente, sus ojos se iluminaron. —Voy a comprar algo de ceviche. ¿Qué ingredientes te gustan? Se lo pido al vendedor.

—Hmm...—Ángeles pensó por un momento antes de responder, —pescado, camarones y mejillones.

—¡Perfecto! ¡Ya lo compro y regreso enseguida! Espérame.

Beatriz colgó el teléfono, agarró sus bolsas de compras y corrió apresurada hacia el puesto. Primero pidió los ingredientes que Ángeles había mencionado, y luego añadió algunos de sus favoritos.