El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 376

Ángeles contestó con un leve gesto y no dijo nada más.

Los cuatro subordinados de la familia González intercambiaron miradas curiosas, dudando si hablar o no.

Querían consolarla con algunas palabras, pero no sabían cómo empezar. Quisieron explicarle que en los últimos días habían hecho todo lo que estaba en sus manos, incluso revisaron los techos de varios edificios cercanos.

Sin embargo, sabían que cualquier cosa que dijeran ahora sería realmente inútil.

Lo que había pasado, ya había pasado. No cumplir con su responsabilidad de protegerla era un hecho irrefutable, y mencionarlo solo serviría para empeorar aún más la situación.

Finalmente, los cuatro salieron con el rabo entre las piernas uno tras otro, dejando a Ángeles sola en el apartamento.

El silencio llenaba la habitación, pesado e inquebrantable. No se escuchaba nada; todo estaba vacío.

Ángeles permaneció sentada en el sofá durante un largo rato, sumida en sus pensamientos. Finalmente, encendió la computadora. Con movimientos rápidos y precisos, accedió a un sitio clandestino de comercio en la red. Después de navegar por un rato, encontró un ranking.

En esa lista figuraban los nombres en clave de los asesinos más renombrados del bajo mundo. Cuanto más alto era el puesto, mayor era la tarifa que cobraban.

La mirada de Ángeles se detuvo justo en el tercer lugar.

En este ranking no aparecían fotografías, solo nombres en clave.

El nombre en clave de esta persona era El Calvo Asesino.

Era el único en el top diez que se había hecho famoso gracias a sus habilidades con un rifle de francotirador. Sus tarifas eran en realidad astronómicas: ¡una sola misión podía costar hasta veinte millones de dólares!

Un historial brillante y un porte imponente lo hacían temido y respetado.

Ángeles revisó atenta su impresionante historial durante unos instantes y, sin dudarlo dos veces, emitió una orden de recompensa mundial.

Recompensa ofrecida: diez mil millones de dólares.

Encargo: capturar vivo a El Calvo Asesino. Las heridas graves no importaban; mientras respirara, servía.

¡Una recompensa tan descomunal nunca se había ofrecido!

Tan pronto como se publicó la orden de recompensa, el bajo mundo se agitó como un avispero. Incontables personas comenzaron a preparar sus estrategias, desempolvar habilidades y utilizar todos los recursos posibles para localizar al temido e imponente, El Calvo Asesino.

Ángeles fijó un plazo: veinticuatro horas. Exigía que le trajeran al objetivo antes de que transcurriera un día.

El viejo médico dudó un momento antes de agregar:—¡Cualquier cantidad que pida!

Ah, ya lo entendía. Pretendían impresionarla con dinero.

En otro momento, Ángeles tal vez habría aceptado dichosa la consulta. Pero ahora no tenía el más mínimo interés en hacerla.

—Que se largue.

Ángeles colgó sin ceremonias.

En el Centro Médico Sanar, el viejo médico no tuvo más remedio que dar una respuesta diferente, declinando respetuoso la solicitud de manera cortés.

—Señorita, lo siento mucho. Mi maestra está extremadamente ocupada estos días y no tiene tiempo para consultas. Le sugiero buscar a otro especialista o volver en unos cuantos días.

La persona que había venido a pedir la consulta era Belén.

Sus ojos no tenían ningún problema. Había investigado minuciosamente antes de ir al Centro Médico Sanar, y su propósito no era únicamente buscar tratamiento para Lourdes.

En realidad, había usado esto simplemente como una excusa. Su verdadero objetivo era encontrarse con Ángeles.