Resumo de Capítulo 382 – El Regreso de la Heredera Coronada por Internet
Em Capítulo 382 , um capítulo marcante do aclamado romance de Segunda oportunidad El Regreso de la Heredera Coronada, escrito por Internet, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de El Regreso de la Heredera Coronada.
Después de que se publicó este aviso de recompensa, ¡El Calvo Asesino no tenía lugar dónde esconderse!
Aquellos que lo conocían, que no lo conocían, que tenían cuentas pendientes con él o que ni siquiera lo habían visto antes, todos se lanzaron tras su rastro como perros de caza siguiendo su olor.
No importaba dónde se ocultara El Calvo Asesino, ni cómo intentara disimular su presencia: no pasaban más de diez minutos antes de que una oleada de personas llegaran furiosas a perseguirlo.
El Calvo Asesino estaba tan nervioso que casi deliraba, sintiendo que cada persona en la calle quería atraparlo.
Bajo esta presión abrumadora y un colapso mental doble, finalmente lo capturaron.
La primera persona que atrapó a El Calvo Asesino fue una mercenaria.
La mujer tenía un cabello largo con ondas voluptuosas, lucía bastante madura y seductora. Su ajustado traje de cuero marcaba unas curvas encantadoras. Además de su evidente belleza, poseía una atracción única que la hacía deslumbrante y totalmente cautivadora.
Sus ojos, llenos de un magnetismo especial, podían dejar a cualquiera fascinado.
Sin embargo, sus métodos crueles y despiadados contrastaban por completo con su rostro.
Después de capturar a El Calvo Asesino, en un santiamén le dislocó los brazos y le rompió una pierna.
—Ya tengo, mil millones de dólares.
Dijo la mercenaria mientras parpadeaba con cierta picardía, sonriendo como una astuta zorra.
El Calvo Asesino, con una expresión de derrota total en el rostro, bajó la cabeza como si aceptara su destino.
La mercenaria lo levantó del cuello de la camisa y, al ver que ya no había forma alguna de que escapara, sacó su teléfono para llamar al cliente y reclamar de inmediato la recompensa.
Pero justo cuando estaba marcando el número, El Calvo Asesino levantó de repente la cabeza y, con todas sus fuerzas, la embistió directamente con la frente.
Ese impacto no sonó como un simple choque de cabezas, sino como si una enorme plancha de acero hubiera golpeado un hueso.
La mercenaria retrocedió varios pasos tambaleándose. De no haber reaccionado a tiempo y retrocedido un poco, ese golpe habría significado su inevitable su muerte o una lesión fatal.
El Calvo Asesino aprovechó la oportunidad y, a duras penas, cojeando, empezó a huir.
La mercenaria se tocó con fiereza la herida sangrante en su frente. En su hermoso rostro comenzó a emerger una expresión de ira.—¡ Calvo Asesino, estás acabado!
Dicho esto, comenzó a perseguirlo rápidamente.
Con una amplia sonrisa, se apartó el cabello del rostro con un gesto sencillo, pero lleno de una sensualidad irresistible.—¿Y bien? ¿Seguimos peleando?
El hombre de rostro serio y gafas de sol miró de reojo la hora y dijo con calma:—Por mí no hay problema, pero ya no hay tiempo.
En ese momento, sólo quedaban quince minutos para que se cumpliera el plazo de 24 horas fijado por el cliente.
Todos querían quedarse con la recompensa completa, pero si continuaban peleando de esa manera y excedían el tiempo límite, realmente no habría dinero para nadie. Entonces, bien podrían colgarse juntos de un árbol.
El grandote que cargaba el garrote con dientes de lobo se rascó la cabeza y sugirió con voz algo torpe:—¿Qué tal si en este momento hacemos las paces? Mil millones de dólares divididos entre todos, nadie pierde. ¿Qué les parece?
—Está bien...
Al fin y al cabo, recibir una parte considerable era mejor que terminar todos heridos sin nada en las manos.
Así, el grupo improvisado de nueve personas se puso de acuerdo y contactaron de inmediato al cliente, Ángeles. Ángeles les envió una ubicación.
Entonces, los nueve, cargando al Calvo Asesino atado como un salami, caminaron tranquilamente hasta un hospital.
Allí, por fin se encontraron cara a cara con Ángeles.
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