El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 405

Tan repentina declaración, incluso algo incomprensible.

No esperaban que Rafael, de repente, girara la cabeza y empezara a toser con fuerza, como si se hubiera atragantado con su saliva, tosiendo hasta que le faltó el aire, su rostro y cuello se enrojecieron por completo.

Afortunadamente, Paula llegó con un vaso de agua.

—Tranquilo, tranquilo, bebe un poco de agua para calmarse un poco.

Rafael tomó varios sorbos antes de poder recuperarse apenas.

Paula, confundida, preguntó, —Papá, ¿qué te pasa?

—Nada, nada, Paula, ya es tarde, ve mejor a dormir, tu madre y yo también vamos a descansar.

Dicho esto, Rafael tomó a Nancy y se dirigieron hacia el dormitorio.

Después de tantos años, era la primera vez que Rafael perdía la compostura de esa manera, como si algo lo estuviera persiguiendo, con una expresión de pánico y pasos inestables, incluso tembló al mirar de cerca.

Tenía miedo.

¿De qué tenía pues miedo?

Paula se quedó preocupada, ni siquiera la bancarrota y vivir como vagabundos habían asustado a Rafael de esa manera, parecía que algo había ocurrido mientras ella iba a buscar agua.

Los ojos de Paula parpadearon, y siguió en silencio.

Nancy, al ser arrastrada al dormitorio, también estuvo desconcertada, reprochando, —¿Qué haces, por qué tanta prisa?

Pero Rafael no estaba de humor para coquetear, preguntó apresurado, —querida, ¿quién te dijo eso que acabas de decir?

—¿Qué cosa?

—La frase sobre que robé algo de alguien.

—¿En verdad robaste? ¿Qué robaste? —Nancy cambió de expresión: —¿Me has engañado?

...

Bebían vino.

El camarote del barco estaba decorado de forma exquisita y lujosa, había cantidad de bailarinas y hombres que servían exclusivamente a mujeres adineradas.

En la fiesta, la gente charlaba animada, recordaba viejos tiempos y hacía negocios, el ambiente era muy acogedor.

Rafael fue persuadido para brindar muchas veces, bebió un poco más de la cuenta y mejor decidió salir a tomar aire fresco a mitad del evento.

Cuando llegó a la parte de atrás del barco, vio de repente a una persona flotando en el oscuro mar.

Esa persona estaba cubierta de sangre, parecía estar gravemente herida.

Rafael se asustó demasiado, se le pasó la borrachera de golpe y de manera apresurada lanzó una cuerda para que la persona se agarrara, intentando rescatarla del agua.

Pero la persona estaba tan herida que perdió fuerzas a mitad de camino.

Rafael estaba a punto de llamar a alguien para que ayudara, pero la persona sacudió la cabeza y, con sus últimas fuerzas, le entregó algo a Rafael y dijo unas cuantas palabras.