El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 442

—¡Está bien, no hay problema!

Nancy aceptó todo de inmediato, hasta que recibió la factura de pago y vio los costos que mostraba; su expresión se endureció al recordar... que su familia ya no tenía absolutamente nada de dinero.

La familia Castro había quebrado, todas las propiedades y hasta las joyas habían sido subastadas al mejor postor para saldar deudas.

Excepto la casa en la que ahora vivían.

Si vendían eso también, realmente se quedarían en ese momento sin hogar.

Sin otra opción, Nancy solo pudo llamar a Abelardo para explicarle brevemente la terrible situación, y finalmente le pidió trescientos mil dólares.

Abelardo tenía su propio negocio y compañía.

Pero lo que no dijo fue que emprender en el extranjero ya era bastante difícil por sí solo, y además tenía otros socios.

Cuando la familia Castro estaba en el centro de la atención pública, la empresa de Abelardo y su socio también se vio afectada en gran manera;

Luego, cuando la familia Castro quebró, su empresa sufrió un golpe aún mayor, provocando de esta forma que su socio golpeara la mesa y lo maldijera con gran ferocidad; ¿cómo podría Abelardo tolerar que alguien maldijera a sus padres?

Así, algunos conflictos que aún podían esconderse bajo la decencia finalmente estallaron por completo, y los socios se separaron en los peores términos, terminando toda cooperación.

Esto también significaba que los intereses que originalmente eran unidos ahora debían dividirse, y este proceso de manera inevitable traería más fricciones y conflictos.

Nadie quería ceder, y nadie podía hacerlo.

Al dividir los intereses, Abelardo descubrió que había grandes lagunas en el contrato que su socio le había dado en un principio; había confiado en él, pero nunca imaginó siquiera que algún día esa confianza se convertiría en un arma contra él.

Bajo esta enorme brecha, la mayoría de los recursos de la compañía terminaron todos en manos del socio.

Los activos de Abelardo disminuyeron de forma considerable, pero no dijo una palabra, miró el saldo en su cuenta y aun así transfirió los trescientos mil dólares a Nancy.