El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 47

Llegó el día del inicio de clases y, tras las súplicas de Paula, decidió no querer chofer; insistió en que Nancy y Rafael la acompañaran.

—Papá, mamá, siempre me han prometido que, sin importar cuán ocupados estén, dejarían su trabajo para acompañarme. ¡Han sido así desde que era pequeña, cómo pueden faltar a su palabra ahora!

—Esto… —Rafael y Nancy se miraron, sin saber cómo responder.

Esta vez, la pareja tenía planes de acompañar a Ángeles, ya que ella había decidido quedarse en el internado y había muchas cosas que preparar; no se sentirían tranquilos si no iban a verla.

Paula pareció notar la dificultad de sus padres y, cabizbaja con una expresión de desolación, dijo: —No importa, puedo ir sola. Papá y mamá, vayan con mi hermana, no se preocupen por mí…

Como la hija muy mimada de la familia Castro, Paula siempre había sido consentida, desde las presentaciones en el jardín de infantes donde sus padres asistían juntos, sin faltar a ninguna durante más de una década, mucho menos a un evento importante como el inicio de clases.

Pero esta vez, la dejaron de lado.

La diferencia de trato era notable.

Al ver a Paula sin llorar ni hacer escenas, manteniendo forzadamente una sonrisa, Nancy no pudo soportarlo y propuso un compromiso: —Así que papá te acompañe a ti, y mamá a tu hermana, ¿está bien?

Una solución equitativa y justa.

Paula frunció el labio, aceptando de mala gana: —Está bien…

Después de calmar a Paula, Nancy fue a tocar a la puerta del cuarto de Ángeles, pero al abrir, encontró la habitación vacía y la cama perfectamente hecha. Mirando alrededor, había muy pocas cosas que pertenecieran a Ángeles, estaba tan limpio que parecía como si nunca hubiera estado allí.

La criada dijo: —Señora Nancy, la señorita Ángeles ya se había levantado temprano y se fue sola a la escuela.

Nancy frunció el ceño: —Esa Ángeles, había acordado que su padre y yo la acompañaríamos hoy…

Paula sacó la lengua.

Al final, los niños que saben cómo actuar tiernamente reciben más atención, incluso los padres tienden inconscientemente a favorecer al más frágil o al que más llora.

Paula mantenía su imagen de niña tierna con habilidad, y no olvidó preguntar: —Mamá, ¿cuándo vamos a Casa Aguilar? Deberíamos aclarar las cosas con Pedro, de lo contrario los rumores podrían seguir esparciéndose y eso no sería bueno para mi hermana.

—Mañana. —La cuestión del compromiso realmente necesitaba resolverse pronto. Rafael tomó la palabra: —He pedido a mi asistente que prepare algunos regalos, y mañana iremos todos juntos a hablar con Pedro.

—¡Está bien!

...

Cuando Ángeles llegó a la escuela, algunos alumnos estaban dando indicaciones a los nuevos estudiantes. Pero al verla, una de las chicas chocó deliberadamente el brazo de un chico, ambos intercambiaron miradas y murmuraron algo en voz baja.