El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 486

En el vuelo de regreso a Ciudad de la Luz de la Luna, Hugo no dejaba de murmurar, mientras Ángeles, recostada en su asiento con los ojos cerrados, parecía dormida.

Hugo, rascándose la cabeza y captando la indirecta, optó por guardar silencio. Sin embargo, en ese momento, Ángeles abrió los ojos y preguntó: —¿Hay noticias de tu señor Vicente?

—No.

—Oh.

Ángeles abrió los ojos completamente. La última vez que Vicente la había llamado fue hace tres días, advirtiéndole que no tenía señal antes de que se cortara la comunicación.

Ángeles también había intentado llamar a Vicente un par de veces sin éxito, las llamadas no se conectaban.

Ya casi habían pasado diez días desde su partida, ¿habría ocurrido algo?

Observando el paisaje desde el avión, notó que ya estaban sobrevolando Ciudad de la Luz de la Luna. Pronto aterrizarían y desde las alturas se podían ver las luces serpenteantes en el suelo, brillando como estrellas.

Hugo, intentando reconfortarla, comentó: —Señora Pérez, no se preocupe, si hay noticias del señor Vicente, se lo haré saber de inmediato.

—No es necesario.

Ángeles sonrió ligeramente, pensando en el temperamento de la señorita Lourdes, quien no podía contenerse y había amenazado con cortar la relación fraternal. En tales circunstancias, ¿Vicente desafiaría a su única hermana?

No tenía sentido hacerse sentir incómoda a sí misma y a los demás.

Ángeles no dijo nada más. Al llegar a su casa, el amanecer ya iluminaba el cielo. Las luces de la villa estaban encendidas y a través de los cristales se podían ver sombras moviéndose.

Se detuvo un momento, pensando que alguien había entrado a robar.

Pero al entrar, descubrió que eran los empleados de limpieza; recordó que Vicente había organizado todo antes de irse.

Había personal encargado de la limpieza y también alguien para cocinarle.

Ángeles llegó a su dormitorio y se dejó caer en la cama, envolviéndose en las cobijas y rápidamente se quedó dormida.

Ding ding, ding ding, ding ding.

El sonido de campanillas antiguas y lejanas resonó nuevamente.

¡Maldición!

¿Cuándo acabará esto?

Ángeles abrió los ojos en medio de su sueño y miró a su alrededor, dándose cuenta de que no estaba en la cama. De repente, el sudor frío brotaba de su piel y el vello de su cuerpo se erizaba.

Parecía que... Había vuelto a sonambular.