El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 488

Justo cuando Ángeles planeaba salir de la tienda, el dueño sacudió una campanilla de bronce que tenía a mano, la cual emitía un sonido claro y nítido.

Ángeles se giró hacia él, justo cuando el dueño, frunciendo el ceño, comentó:

—Si ninguno de estos sonidos es el que buscas, entonces tendrías que encargar a un artesano que te haga una a medida. Incluso así, debido a las diferencias en los materiales y el tamaño del badajo, el sonido variará mucho y será difícil encontrar exactamente lo que buscas.

El dueño observó a Ángeles de arriba abajo y le dijo con cierta sospecha: —Dime, jovencita, ¿no estarás aquí solo para causar problemas, verdad?

—¿Parezco alguien que haría eso?

Ángeles se sintió genuinamente sincera, pero sabía que el sonido de una campanilla es algo difícil de describir a alguien que nunca lo ha escuchado.

Ángeles suspiró, parecía que tendría que buscar otra manera de encontrar lo que necesitaba.

En ese momento, el dueño sonrió astutamente y señaló hacia el mostrador: —Si compras algo de mi tienda, te diré dónde he escuchado ese tipo de campanilla que describes.

—¿En serio?

Aunque algo escéptica, Ángeles, que no carecía de recursos, decidió comprar el violín más caro de la tienda.

—Ahora dime, ¿dónde lo escuchaste?

El dueño, contando alegremente el dinero, aclaró su garganta y respondió: —En una iglesia, al suroeste de la ciudad, en la cima del Monte de los Vientos Eternos.

...

Al salir de la tienda, Hugo, cargando el estuche del violín, le dijo a Ángeles: —Señora Pérez, ¿realmente piensa ir a ese Monte de los Vientos Eternos? ¿Y si ese hombre te engañó?

—Entonces volveré y destrozaré su tienda —Ángeles subió al auto, pero en su mente pensaba en otra cosa.

Suroeste de la ciudad, Monte de los Vientos Eternos.

Ella había estado allí antes.

Para Hugo, que visitaba por primera vez, el bullicio de la gente y los puestos de comida le sorprendieron: —Esta montaña no parece tener nada especial, ¿por qué hay tanta gente?

Ángeles sonrió, recordando su primera visita.

En ese entonces, Beatriz, mientras disfrutaba de un helado, le había explicado: —La puesta de sol vista desde esta montaña es muy hermosa, por eso se llama Monte de los Vientos Eternos. Muchos fotógrafos y turistas vienen aquí a tomar fotos, por eso es tan famoso.

Ahora, Ángeles le contó a Hugo la misma historia que Beatriz le había contado, añadiendo: —Eso me dijo una amiga.

Hugo notó un brillo de nostalgia y tristeza en los ojos de Ángeles cuando mencionó a su "amiga".

—Bien, espera aquí en la base, yo subiré sola.

Ángeles compró algo de comida y, sin demorarse, comenzó a subir el camino montañoso.

Hugo se frotó la cara y suspiró antes de seguirla.