El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 509

Para los profanos, este lugar solo parecía un desorden.

Sin embargo, para un experto rastreador como Hugo, cada huella tenía un mensaje distinto y cada hoja rota podía revelar una escena diferente.

Tras una inspección meticulosa, Hugo señaló una dirección con humildad pero con certeza en su tono:

—Señora Ángeles, si no me equivoco, la pareja de la que hablaba debe haber corrido hacia esa dirección. Las huellas están una profunda y la otra superficial, claramente pertenecen a un hombre y una mujer.

Esa dirección desviaba de su ruta original...

Ángeles solo meditó un instante antes de tomar una decisión: —Ustedes continúen hacia adelante, yo iré a verificar por allá, no me esperen.

—¡¿Señora Ángeles?!

Hugo se sorprendió visiblemente, interponiéndose frente a Ángeles sin pensarlo: —¡Es muy peligroso que vaya sola, separarse del grupo podría ser riesgoso! ¡No podemos permitir que se arriesgue!

Ángeles negó con la cabeza, calmada: —Sigan adelante, los alcanzaré más tarde.

Hugo aún intentó detenerla, pero Ángeles ya había dado un paso atrás, se deslizó hacia un lado y entró en la selva.

Su figura era delgada, sus movimientos increíblemente ágiles y, con la densa niebla que se levantaba sin que nadie supiera cuándo, la silueta de Ángeles rápidamente desapareció.

Hugo estuvo a punto de enfurecerse, dio un paso para seguirla, pero fue detenido por otros subordinados: —Hugo, la prioridad es encontrar al señor Vicente, ¡necesitamos apurarnos!

—Pero la señora Ángeles...

—Tranquilo, hombre, ¿acaso no te has dado cuenta en todo este tiempo? La señora Ángeles no es la damisela delicada que imaginábamos. Tanto en habilidad como en voluntad, no le debe nada a ninguno de nosotros.

Eso era algo que todos habían visto.

Antes de entrar en la selva, todos pensaron que Ángeles sería una carga, estaban preparados para ser arrastrados por ella.

Pero en el camino, ya sea en largas caminatas, escalando montañas o avanzando a marchas forzadas, Ángeles nunca se quejó.

Siguiendo estos signos, la búsqueda se facilitaba mucho.

Sintiendo que el aire a su alrededor se volvía cada vez más tóxico, Ángeles se puso una máscara antigás y aumentó su velocidad.

Solo sabía por boca de Abelardo que Rafael y Nancy habían desaparecido, no tenía detalles de cuántos días habían pasado ni qué peligros habían enfrentado.

Lo único seguro era que la familia Castro estaba en bancarrota, sin nada, y aunque Abelardo quisiera buscar a Rafael y Nancy, no tenía los medios para llegar a tiempo.

Por eso, si ella también los ignoraba, ¡la muerte de Rafael y Nancy era segura!

Los sentimientos de Ángeles eran complejos.

Aunque resentía y reprochaba a Rafael y Nancy por traumas de dos vidas que no podía superar, no podía soportar verlos morir.

Sus pasos, más rápidos que su razón, ya habían tomado una decisión.