El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 52

Beatriz apenas se percató de que, al interceptar aquellos dos platos, también se había manchado un poco las manos de aceite.

No obstante, rechazó la ayuda ofrecida.

Sin siquiera mirar a Ángeles, simplemente se giró y se marchó.

Ángeles observó cómo Beatriz se alejaba sola y suspiró suavemente.

Paula, que estaba detrás de la multitud, había esperado que esta vez Ángeles sufriera un revés o que, al menos, fuera reprimida. ¡Quién iba a pensar que esas dos inútiles se rendirían tan pronto!

Mientras tramaba cómo complicarle la vida a Ángeles, su expresión cambió al ver a Ignacio correr ansioso desde el exterior.

Paula se apresuró a recibirlo, con un tono coqueto: —¡Ignacio, por qué tardaste tanto, te he estado esperando mucho tiempo!

Desde el día anterior al inicio de clases, Paula había estado incitando secretamente a Ignacio a liderar un enfrentamiento contra Ángeles, con el objetivo de hacer que ella no pudiera permanecer en la escuela.

Como su seguidor más leal, Ignacio había aceptado sin dudarlo.

¡Ahora era una buena oportunidad!

Justo cuando Paula iba a hablar, vio a Ignacio mirando ansiosamente en dirección a Ángeles, ignorándola completamente mientras le decía: —Paula, estoy buscando a Ángeles, ¿podrías hacerte a un lado, por favor?

—¿Qué?

La sonrisa en el rostro de Paula se congeló instantáneamente: —¿Me estás pidiendo... que me haga a un lado?

Siempre había sido así: tan pronto como ella aparecía, Ignacio la rodeaba como una mosca que no se podía espantar. Esta era la primera vez que él le hablaba con un tono tan despectivo.

Paula pensó que, al ver lo evidente de su enojo, Ignacio se apresuraría a someterse y disculparse para calmarla, pero lo que recibió fue una simple afirmación de Ignacio: —¡Sí!

...

Al revisar, el chico descubrió que el video había sido borrado.

—¿Cómo te atreves...? —el grupo estaba furioso y gritó: —¿Qué tienes que ver tú? ¿Por qué te metes en lo que no te incumbe? Además borraste mi video, hay muchos más en internet, en las colecciones de otros, ¿crees que puedes borrarlos todos?

Ángeles sonrió levemente: —No puedo evitarlo, me gusta escuchar los sonidos como los de un perro ladrando.

—Tú...

Los chicos se pusieron rojos de ira, listos para lanzarse a los golpes, cuando de repente, Ignacio se abrió paso entre la multitud.

Al verlo, sus ojos se iluminaron y le dijeron: —Ignacio, ayer en el bar dijiste que harías que Ángeles se fuera de la escuela, que no la dejarías en paz. ¡Ahora está aquí, no perdamos el tiempo hablando, vamos a actuar!

Sin embargo, lo que nadie esperaba era que Ignacio, siempre arrogante y desenfrenado, de repente se arrodillara ante Ángeles con un sonido sordo.