El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 53

Ignacio se arrodilló firmemente, sus rodillas golpeando el suelo con un fuerte impacto.

El comedor, antes bullicioso, quedó en silencio de repente.

Todos los presentes se quedaron mirando, asombrados hasta el punto de casi dejar caer sus mandíbulas.

¿Qué está ocurriendo?

Paula, escondida detrás de la multitud, inhaló bruscamente, su rostro lleno de incredulidad.

¿Se ha vuelto loco? ¿O alguien lo ha poseído?

A Ignacio no le importa lo que piensen los demás, solo sabe que su padre está a punto de morir. Gonzalo tomó un avión y abandonó la Ciudad de la Luz de la Luna, por lo que la única persona que podría salvar a Antonio ahora es Ángeles.

Con lágrimas en los ojos, Ignacio se dirigió a Ángeles diciendo: —¡Por favor, salva a mi padre, estoy dispuesto a arrodillarme ante ti!

Hace una hora, había enviado a sus hombres a emboscar a Ángeles para darle una lección.

Hace unos días, incluso envió a Héctor y su banda de malhechores para secuestrar a Ángeles, intentando hacerla desaparecer para siempre.

Con resentimientos nuevos y viejos acumulados, Ignacio sabía que Ángeles aprovecharía esta oportunidad para humillarlo y vengarse de él sin piedad.

Sin embargo, para su sorpresa, Ángeles solo dijo: —Guíame.

—¿Ah? —Ignacio, con lágrimas en los ojos, se quedó atónito.

Ángeles comenzó a caminar hacia la salida. Al ver que él no la seguía, repitió: —Guíame.

—¡Oh, oh, oh!

Ignacio finalmente reaccionó, se secó las lágrimas rápidamente y siguió sus pasos apresuradamente. El coche estaba estacionado justo frente al comedor, y con gran atención, abrió la puerta para Ángeles.

...

El coche se detuvo frente a la Clínica de la Benevolencia, Ignacio rápidamente bajó del coche y fue al otro lado para abrirle la puerta a Ángeles.

Ángeles aún se estaba recuperando de sus heridas, por lo que tuvo que bajar la velocidad al subir los escalones.

Ignacio estaba muy ansioso pero no se atrevía a apurarla, ya que las heridas de Ángeles habían sido causadas por él...

El padre de Ignacio, Antonio, se había desmayado justo frente a la Clínica de la Benevolencia, por lo que inmediatamente el personal de la clínica lo llevó adentro y también buscaron a un experto para una emergencia.

Lo extraño era que, al tomarle el pulso, parecía estar completamente normal, sin ningún problema.

Al principio, el experto pensó que había cometido un error al no encontrar nada en el pulso, por lo que llamó a otro, pero después de cinco o seis expertos intentándolo, todos llegaron al mismo resultado... no había problema.