El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 530

Tras varios disparos, aquellas personas que escalaban la pared rocosa, sin importar cuán fuertes hubieran sido, cuán renombradas o qué tipo de vida hubieran llevado.

Todas terminaron convertidas en fríos cadáveres en el fondo.

Algunos no tuvieron tiempo ni de reaccionar hasta su último aliento, mientras que otros, aunque lo intentaron, no tenían adónde escapar.

Un rastro carmesí se extendía lentamente.

El patrón cobraba vida, a punto de iluminarse por completo.

Pero justo cuando faltaba un último trazo, inesperadamente se detuvo. Emiliano ordenó disparar dos veces más hacia abajo, pero ni así lograron completar esa última línea del patrón.

—Ah.

Emiliano suspiró ligeramente, visiblemente decepcionado, aunque parecía ya esperarlo.

De todas formas, giró lentamente la cabeza, fijó su mirada en Paula y le regaló una sonrisa tierna y apasionada. Con voz pausada le preguntó: —Paula, ¿me amas?

Paula se sobresaltó por un momento, sintiendo que las cosas avanzaban demasiado rápido. ¿Ya estaban saltando a esa etapa sin haber definido siquiera su relación?

Pero no podía negar que realmente le gustaba Emiliano, y todavía más el poder y la posición que implicaba formar parte de la familia Ruiz.

Conseguir a este hombre era su mejor opción en ese instante.

Así que Paula asintió enérgicamente, sus ojos brillantes por la emoción, y respondió con timidez: —Emiliano, tú lo sabes. Mi corazón ya es tuyo... Por supuesto que te amo.

—Bien, si realmente me amas, estarías dispuesta a ayudarme en cualquier cosa, ¿verdad?

Emiliano avanzó un paso hacia Paula, acercando tanto su rostro que su aliento casi acariciaba su oreja. Su postura resultaba insinuante y seductora, como un susurro entre amantes, encantador y tentador.

Pensó que Emiliano le confiaba demasiado, que la protegía y que, por eso, no le ocultaba nada, dispuesto incluso a compartir con ella sus secretos más oscuros.

Ahora se daba cuenta de su error. Un terrible error.

Porque para Emiliano, ella también era ya una persona muerta.

La había traído aquí precisamente para este momento.

—Emiliano... Emiliano... —Paula temblaba violentamente.

Emiliano mostró una expresión de confusión y llevó suavemente la mano al hombro de Paula, mientras una sonrisa habitual aparecía en su rostro. Con voz suave, preguntó: —Paula, estás temblando... ¿Acaso tienes miedo de mí?

Aunque sonreía, sus ojos permanecían absolutamente fríos.