El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 580

Ángeles levantó una ceja.

La respuesta del sistema de monitoreo fue inmediata. Tan pronto como detectaron que había infiltrado su red, intentaron eliminar todas las cámaras de una sola vez.

¡Demasiado ingenuos para esto!

Ángeles también actuó. Sus dedos volaron a gran velocidad sobre el teclado, ingresando una serie de códigos y activando un programa de contra seguimiento para obtener la ubicación exacta del atacante.

El otro claramente se asustó y comenzó enseguida a ocultar sus huellas. Aunque rápido, Ángeles lo era aún más. Estaba a punto de atraparlo cuando el avión sufrió una sacudida impresionante por una corriente de aire.

El último código fue tecleado de manera incorrecta por un solo toque.

El atacante logró desaparecer y escapó.

Las computadoras de ambos se normalizaron. Los videos de monitoreo que habían visto poco antes fueron borrados en su totalidad por el otro sin dejar rastro alguno.

Ángeles hizo una mueca y lanzó la tableta al lado.

Bárbara observaba atenta la batalla con gran interés, disfrutando del maravilloso espectáculo. Los que no entendían no sabían lo emocionante que esto era. Ella sabía un poco de esto, por lo que podía ver claramente cuán intensa era la lucha entre Ángeles y el hacker.

El tira y afloja interminable, competencia constante, acercándose cada vez más, tú invadiste mi sistema, yo invadí tu computadora.

La competencia era una cuestión de velocidad y técnica.

Ángeles ya había ganado. Si no fuera por la sacudida del avión, el hacker no habría tenido ninguna oportunidad de vencerla.

Bárbara agitó con elegancia su copa de vino tinto, la vació de un solo trago y dijo: —¿Conoces a la chica desaparecida?

—No exactamente, la vi una vez.

Ángeles respondió, recostada en el sofá, mirando sus manos y susurrando: —Casi la mato, estuve a punto.

—¿Hmm? —Bárbara se animó a decir— ¿Puedes contarme más?

No creía que Ángeles pudiera haber intentado matar a alguien sin razón aparente, a menos que... hubiera perdido el control sin darse cuenta de lo que hacía.